Y ahora nos llega una fiesta muy entrañable para todos los villarenses, la Virgen de la Paz. Viene bien contar una anécdota de un vecino del Villar. Se decía ateo y hablaba como tal. Ya anciano, enfermo y ciego, iba a pasar la procesión de la Virgen por delante de su casa. Pidió a su mujer que lo bajaran a la entrada, cosa que era bastante complicada debido a su estado. La mujer le dijo: pero ¿para qué quieres que te bajemos si no puedes ver a la Virgen?, y él contestó: aunque yo no pueda verla, ella si me puede ver a mí…Cuando me lo contaron me dí cuenta hasta que punto los villarenses quieren a su Virgen de la Paz, y esperan en ella ¡aunque sean ateos!. Este hombre, ya murió, y seguramente salió la Virgen a abrirle la puerta del cielo, y se convenciera de que realmente Dios existe.
Muy sugerente es esta advocación. Dos deseos vienen a la mente; el primero, que Ella nos alcance el don de la paz a todos los niveles: personal, familiar, social, político. Y también que nos ayude a ser, como nos decía el padre Jesús Castellano: artesanos de la paz, como Ella. Podemos ser en nuestro ámbito elementos de confrontación y malestar, o ser artífices de paz y armonía, de serenidad y encuentro.
La celebración de la novena es una buena ocasión para que todos nos propongamos fomentar, con la ayuda inestimable de María, la paz en nuestro entorno; que no es fácil porque cada uno somos diferentes y esto hay que asumirlo.
Os deseamos una muy muy feliz celebración de nuestra Patrona: ¡¡¡VIVA LA VIRGEN DE LA PAZ!!!
Hermanas Carmelitas