SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, VENGA A NOSOTROS TU REINO.
Nos dice santa Teresa:»Ahora mirad, hijas, qué sabiduría tan grande de nuestro Maestro. Como vio su Majestad que no podíamos santificar ni alabar ni engrandecer ni glorificar este nombre santo del Padre Eterno, de manera que se hiciese como es razón si no nos proveía su Majestad con darnos acá su reino, y ansí lo puso el buen Jesús lo uno cabe lo otro. El gran bien que me parece a mí hay en el reino del cielo, con otros muchos, es ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse que se alegren todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen su nombre y no le ofende nadie; todos le aman y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejarle de amar, porque le conoce. Y ansí le amaríamos acá; aunque no en esta perfección, ni en un ser, mas muy de otra manera le amaríamos de lo que le amamos, si le conociésemos.»
Conocer a Dios y amarle es ya gozar del cielo en esta tierra. Es ser «reino de Dios». A esto estamos llamados los cristianos, y con más urgencia los consagrados a Dios. Este domingo se celebra en la Iglesia el día de la vida consagrada. Pedid por nosotras, por favor, para que respondamos a lo que Dios y la Iglesia esperan de nosotras.
Hermanas Carmelitas