Este domingo vamos a celebrar la gran fiesta de nuestra fe cristiana: ¡LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO DE ENTRE LOS MUERTOS!. Pero ¿podremos celebrarla con el mismo gozo de otros años? ¡NO!, absolutamente: no. Este año la tenemos que celebrar con un gozo mucho más hondo, más intenso, más pleno. Porque estamos envueltos en sombras de muerte, necesitamos cerca al que ha vencido a la muerte; porque nos puede asaltar el miedo de contraer el virus, de que le pase a algún familiar cercano, de la incertidumbre de lo que vendrá después, necesitamos vivo y cercano a Aquel que tiene contados los cabellos de nuestra cabeza, y no cae ninguno sin su permiso. Porque quizá ya estamos cansados del confinamiento en nuestras casas, necesitamos la presencia del que dijo que estaría siempre con nosotros, y El trae consigo la paz.
Sabemos que este virus es muy, pero que muy contagioso; ha sido capaz de infectar el mundo en poco tiempo. Bueno, pues guardemos todas las disposiciones que nos dicen para librarnos de huésped tan molesto. Pero os proponemos practicar todos los cristianos un contagio a fondo de nuestra fe. Contagiarla y dejarnos contagiar. En la comunidad cristiana del Villar hay gente con una fe enorme, que amanecen cada día con una sonrisa dispuestos a servir al prójimo por amor a Dios, sean cuales sean sus circunstancias personales ¿no es verdad?. Pues…¡a contagiarla!, porque el mundo tiene mucha necesidad de Cristo lo sepan o no. El cristianismo se difundió en sus orígenes con una fuerza increible y a una velocidad pasmosa. Era la fuerza del Espíritu Santo en la predicación de los apóstoles, y era también el contagio de una fe vivida y manifestada en el amor de unos con otros. Muchos, sin predicar, contagiaban su fe.
Hermanos y hermanas:¡¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!
Hermanas Carmelitas