Editorial

EN TIEMPO DE CORONAVIRUS…

Hermanos y hermanas en pocas semanas, la gran quimera de un mundo materialista que se creía todopoderoso parece haberse hundido. Hace nada hablábamos de crecimiento, pensiones, reducción del paro…nos sentíamos seguros de nosotros mismos. Y fue llegar un virus microscópico y poner en jaque al mundo enero. Nos ha hecho darnos de frente con nuestra cruda realidad y fragilidad. Nos ha hecho bajar de nuestra nube, para hacernos pisar el suelo real…y parece que el suelo real no nos gusta tanto, pero deberíamos aprender, y reconstruir nuestro mundo desde un nuevo horizonte.

Esta epidemia nos ha hecho estar confinados en nuestras casas, y espero que todo este tiempo de confinamiento nos haya servido para que cuando volvamos a la “normalidad” volvamos renovados, poniendo el foco de nuestras vidas en lo esencial. Redescubrir nuestra dependencia de Dios, tal y como veíamos en la formación de Vida Ascendente del miércoles con la oración del Padre Nuestro. Para muchos en este tiempo de confinamiento está siendo un volver a saborear las mieles de la oración, del Espíritu que pone paz y esperanza en nuestras vidas…esto no debe cambiar cuando volvamos a la normalidad. Después del golpe de realidad que nos hemos dado, deberíamos mantener nuestro espíritu de confianza en Dios, de relación con Él a través de la oración y sobretodo de ver en el resto de personas un herman@ al cual debo amar y respetar.

Para muchos puede ser una humillación depender de Dios, pero es la realidad de la humanidad. El ser humano se niega a depender de nadie y se concibe sin deber nada a nadie…y así nos ha ido y nos va…pero espero que este golpe de realidad nos haga reaccionar a todos…

No se a vosotros, pero una de las cosas que a mí mas me impresionan cuando sales un sábado o un domingo a la calle es el silencio. Calles que de normal tendrían el bullicio habitual, ahora se encuentran vacías, desiertas y silenciosas. Y de repente, nos damos cuenta… si piensas y meditas un poco, que nuestra vida era y es frágil. Una cosa es innegable, o al menos, yo así lo percibo, y es que nuestra debilidad, el sentirnos vulnerables a abierto nuestro corazón más todavía si cabe a Dios, a ese Dios misericordia, a ese Dios amor, que no abandona nunca a sus hijos. Cuántas personas están volviendo a rezar, cuántas personas están siguiendo las eucaristías por tv…Hace unas semanas conocíamos el dato de Apunt, en el que la misa dominical había sido el programa más visto del día, más incluso que los informativos…un dato muy a tener en cuenta, espero…

En estos días se hace muy presente en nuestra vida de comunidad, la comunión de los santos, ese vínculo que nos une a todos a través de nuestro bautismo, y que en estos días cobra mayor significado a través de nuestra oración silenciosa y en nuestra relación y cercanía con Dios. Redescubrir el acercarnos sin miedo a la Palabra de Dios, recitar el rosario en familia, la oración personal…en una actitud de entrega de uno mismo, de escucha y adoración silenciosa. Quizá estemos en casa preguntándonos: ¿Qué puedo hacer yo ahora? Con deseos de sentirte útil, de ayudar…pero lo único que podemos hacer es rezar, animarnos mutuamente, apoyarnos los unos a los otros, y permitidme deciros, que siento esto en nuestra comunidad con mucha fuerza. Siento la cercanía de unos con otros a través de la oración, de la adoración eucarística, de la eucaristía…Volver a descubrir la oración en familia, creo que es un gran regalo, dentro de este tiempo tan nefasto para nuestro mundo como vivimos, pero, por sacar también cosas positivas…el mal, ya está, el dolor y el llanto por tantas familias destrozadas y las personas fallecidas ya lo tenemos…eso no nos lo quita nadie, pero, también debemos intentar ver los destellos de luz que puedan salir de esta situación nunca antes vivida en nuestra humanidad.

MUCHO ÁNIMO, SEGUIMOS ADELANTE! CONFIANDO Y ESPERANZADOS.

Vuestro Párroco

Raúl García Adán

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