Editorial

“Ve hoy a trabajar a mi viña”

Durante la próxima semana, se cumplirá un mes desde que llegué al Villar. A pesar de las múltiples ocupaciones, intento cada día ir conociéndoos, tratando con vosotros e ir acostumbrándome a vuestras costumbres, tradiciones, cultura… Así como vosotros, poco a poco, os amoldáis a mi forma de hacer las cosas y a mis gustos (y también manías).

No obstante, el tiempo no deja que nos detengamos ni un momento, y también en esta misma semana entraremos en el mes de Octubre, lo que implica la vuelta al trabajo de nuestra comunidad, que tras la pandemia de Covid-19 y las vacaciones, se reincorpora de lleno a la actividad pastoral. Los tiempos de oración, culto y acciones evangelizadoras de la parroquia vuelven a ponerse en marcha y nos permiten ir creciendo en el camino de fe que vamos recorriendo como cristianos.

Para ello, es necesario que reforcemos nuestro compromiso cristiano, y nos sintamos llamados como comunidad a llevar a cabo esta tarea con gran ánimo, con gran fuerza y entusiasmo. No podemos permitirnos perder la esperanza, a pesar de las contrariedades y las dificultades que ya conocemos, y aquellas que se van atravesando a mitad del recorrido.

Este domingo escuchamos la llamada del Señor: “ve hoy a trabajar mi viña”. El Padre, con confianza, nos convoca para cumplir una tarea en la parcela de su Iglesia que crece y da fruto en Villar. Necesitamos para esta misión poner al servicio de los demás todas nuestras capacidades y nuestros dones. Además, es necesario que vayamos fortaleciendo nuestros medios con la formación que está a nuestro alcance; y que alimentemos nuestro espíritu a través de los tiempos personales de oración, de la adoración y de la participación en la misa dominical, allí donde la comunidad reunida por Cristo, se encuentra y se enriquece con la Palabra y con el Pan eucarístico.

Como les ocurre a los hijos de esta parábola, la tentación es animarnos al principio, pero poco a poco, ir dejando por el camino el compromiso inicial. Son tantas las cosas que nos resultan apetecibles, y a veces el trabajo de la viña se nos hace duro, monótono, y tan poco agradecido, que caemos en el desánimo y se enfría nuestro vínculo con la comunidad, la fe se debilita, y perdemos la necesidad de encuentro con Jesús, olvidando incluso la necesidad de participar de la Eucaristía… es como un ciclo progresivo, que nos distancia de las actividades, nos aleja de la Parroquia, y nos lleva a un peligro, creer que podemos vivir sin Dios, que no necesitamos de Él para seguir nuestro camino.

Que el vínculo comunitario que cada uno de los agentes de pastoral asumiremos el domingo nos lleve a comprometernos con la misión evangelizadora de la parroquia; que alegres por el trabajo que se nos confía, no nos dejemos llevar por el miedo, no nos dejemos derrotar por el negativismo, y afrontemos esta responsabilidad con tesón, con la seguridad de que Jesús camina con nosotros, y que llevamos al mundo la mejor noticia, el amor de Dios, manifestado en su Hijo, Jesucristo, que por nosotros ha muerto y ha resucitado. Confío en vosotros, seguro que este es un curso para recordar ¡Ánimo, el Padre nos necesita!

Quique, VUESTRO CURA

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