Editorial

Octubre, mes misionero


Esta semana empezamos un nuevo mes, octubre, que la Iglesia ha asociado desde hace décadas a la tarea evangelizadora que se le confía al pueblo de Dios. Quedan en el recuerdo las campañas multitudinarias, las grandes colectas, y otras iniciativas que en el pasado convirtieron esta llamada eclesial en un verdadero fenómeno social en un mundo cristianizado que se conmovía ante esta necesidad de la Iglesia.
Sin embargo, con el paso de los años, la Iglesia (incluyendo aquí a nuestra parroquia) ha ido perdiendo este interés y esta implicación con esta llamada a la evangelización que se reitera cada mes de octubre. La fe ha ido perdiendo importancia en nuestro orden de prioridades, quedando relegada a algo completamente irrelevante. Hemos perdido interés por transmitir, anunciar y expresar lo que creemos. Quizás sea el momento de pensar con seriedad ¿nos aporta la fe sentido a nuestra vida?
Si ante esta cuestión, la respuesta es afirmativa, este mensaje no podemos ocultarlo, ni tampoco disimularlo o maquillarlo. Si la fe da sentido a nuestra existencia, si es el motor para seguir caminando y amando en cada jornada, es nuestro deber comunicar aquello que vivimos. Tenemos que mostrar al mundo que hay algo en nuestra existencia que nos da vida, que nos ayuda a crecer y a vivir más libres y más felices.
Esta es la misión a la que la Iglesia nos llama especialmente en este mes de octubre, en el que a través de las campañas de sensibilización y las propuestas de oración tendremos presentes a los miles de misioneros católicos que por todo el mundo se toman en serio la importancia del anuncio de la fe a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Nosotros, aun desde nuestra tierra, desde nuestro trabajo y sin dejar todo atrás, también hemos de experimentar esta llamada, este envío misionero que resuena con fuerza durante cada una de las jornadas de este mes de octubre. Villar del Arzobispo también necesita oír y experimentar esta noticia que trae alegría y esperanza.
Cada día del mes de octubre, como comunidad, vamos a rezar el rosario, con una intención especial: que nuestra comunidad parroquial reavive su espíritu misionero, que resurja en nuestra parroquia un deseo de volver a anunciar el Evangelio. Pediremos sentir de nuevo la necesidad de comunicar a los que viven cerca de nosotros la importancia de creer y ser cristianos, el deseo de de vivir la fe activamente para que el mundo sea más humano y más cristiano. Necesitamos convertirnos en cristianos evangelizadores.
Que este mes nos sirva como revulsivo, como fuerza renovadora para que nuestro ser cristiano se haga patente en nuestro pueblo, nuestra familia, nuestro trabajo, y nuestro círculo de relaciones. Esta es nuestra misión en Villar del Arzobispo ¿estamos dispuestos a asumir la tarea que Cristo nos confía?

Quique, Vuestro Cura.

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