“Y sabed que Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo”
En el día que esto escribimos, nuestro querido párroco acabó la homilía con estas palabras:»Y sabed que Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo». Esto es muy consolador y debemos procurar vivirlas intensamente. Podemos creer en una presencia abstracta, difusa, etérea, general…total, que nos sirve para poco en la vida de cada día. Pero Jesús se refería a SU PRESENCIA humano-divina, cercana, concreta, personal, aquí y ahora. En este sentido es muy interesante una merced que recibió Santa Teresa y que le duró ¡dos años y medio!
«Parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo, no veía en qué forma; mas estar siempre al lado derecho sentíalo muy claro y que era testigo de todo lo que yo hacía y que ninguna vez que me recogiese un poco, y no estuviese muy distraida, podía ignorar que estaba cabe mí. Preguntome el confesor que si no lo veía cómo sabía yo que era Cristo, le dije que no sabía cómo, mas que no podía dejar de entender estaba cabe mí, y lo veía claro y lo sentía. No es como una presencia de Dios que se siente muchas veces estando en oración; acá se ve claro que está aquí Jesucristo, hijo de la Virgen, se ve nos acompaña y quiere hacer mercedes también la Humanidad sacratísima. Preguntóme el confesor:¿Quien dijo que era Jesucristo? El me lo dice muchas veces, respondí yo; mas antes que me lo dijese se imprimió en mi entendimiento que era El.»
Creemos que la gracia concedida a Teresa es que pudiera percibir, sin duda ninguna, que Jesús estaba a su lado, pero no el hecho de estarlo; que El está siempre con nosotros, con cada uno en particular, somos únicos para El.
Ojalá nos creamos muy de veras esta cercanía bendita y le prestemos toda la atención que merece ¡ganaremos muy mucho!
Hermanas Carmelitas