Editorial

¡Marana-thá!
Esta expresión con nos acompañará durante todo el tiempo de Adviento, que inauguramos este domingo. ¡Ven, Señor Jesús! Este es el deseo de la Iglesia, y en concreto de esta nuestra comunidad parroquial para el tiempo litúrgico que iniciamos esta semana. Es el tiempo de la espera, el tiempo de recordar y tomar conciencia de la venida de Dios en el último día, en esa fecha desconocida en la que el Creador culminará su obra, y todo será renovado y rejuvenecido, con vistas a la Eternidad.
Sin embargo, esto que ya conocemos, siendo humildes, nos viene un poco grande, y nos cuesta de aceptar con la facilidad que debiésemos. A pesar de esto, si algo no podemos negar, es que necesitamos al Señor, que nuestro corazón desea que venga a nuestro encuentro. En cada uno de nosotros, existe a mayor o menor profundidad, esa sed de esperanza, que se sacia cada vez que se cruza en nuestra vida Jesús, el Señor.
Sería un error de ignorantes por nuestra parte que dejemos pasar este tiempo de Adviento como una etapa más, sin que nos aporte nada ni suponga en nuestra vida de fe, en nuestro caminar cotidiano, un cambio sustancial y fructífero.
Es cierto que en los tiempos de pandemia no podemos reunirnos para cenas o reuniones multitudinarias, pero no perdamos la oportunidad de encontrarnos con el Señor a través de las opciones que están a nuestro alcance. Os hago una propuesta para este Adviento, para que pueda marcar un antes y un después en nuestra forma de vivir este tiempo de preparación a la Navidad.
Si de algo no dudamos, es de que viene el Señor. Sin embargo, también es lícito que nos preguntemos: ¿Dónde viene?
El Señor viene a nosotros, especialmente a nuestra comunidad parroquial para renovarnos, para traernos un mensaje de ánimo, de motivación. Nos invita al cambio, a que vivamos más cercanos a él, más aferrados a la oración, más confiados en su providencia y su ayuda. Lo necesitamos ante el cansancio, ante la apatía y la desmotivación que está pandemia está produciendo en nosotros.
Y… ¿Cómo viene?
Viene como regalo, viene a nuestro encuentro, especialmente en nuestros hermanos y en la Eucaristía. El Señor este Adviento quiere hacerse presente en nuestras vidas en lo más necesitados, porque nosotros podemos ser signo en sus vidas de la esperanza cristiana. La campaña que Cáritas parroquial llevará a cabo para la sostener la ayuda de alimentos para las familias más necesitadas nos lo recuerda y facilita.
También el Señor nos sale al encuentro en su presencia eucarística, y en el sacramento de la reconciliación, de los que podremos disfrutar cada viernes de Adviento hasta la llegada de la Navidad. ¡Qué magnífica ocasión para estar con Él y volver a recordar qué es esencial en nuestras vidas!
Pero… ¿a qué viene?
Viene a estar con nosotros, a quedarse con su familia, a traernos luz, alegría, paz, esperanza, descanso. Que afortunados seremos si estamos dispuestos a acogerle en nuestro hogar, en nuestra parroquia, en nuestro día a día.
Ya tenemos todos los datos. Con el deseo de reavivar nuestra comunidad parroquial, nuestras familias, nuestro pueblo, no nos cansemos estos días de pedir ¡Ven, Señor Jesús!
Quique, vuestro cura.

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