Editorial

A Déu doneu-li Glòria”

Esta frase es la que acompaña tradicionalmente a la imagen del San Vicente Ferrer, patrono de la Región Valenciana y de arraigada devoción aquí en Villar del Arzobispo, pueblo que, según la historia oral, visitó y al que le concedió el privilegio (o regalo) de una fuente (hoy, desgraciadamente, desaparecida).

En el primer día litúrgico libre después de las solemnidades pascuales, la diócesis valentina hace memoria de este santo universal que en la última etapa de la edad media recorrió Europa anunciando el mensaje de salvación para la humanidad que vivía en un tiempo de cristiandad. Esta es la vocación de todos los cristianos, de aquellos que confesamos nuestra fe en la resurrección. El Pare Sant Vicent ha marcado la historia de nuestra tierra y de nuestra Iglesia, especialmente por el legado que nos ha llegado de su misión evangelizadora, en la que fue un destacado predicador y taumaturgo (con poder de obrar milagros).

Hoy, la presencia de San Vicente Ferrer en la vida de nuestra comunidad nos quiere animar, en primer lugar, a seguir esta frase tan genuina del dominico valenciano “A Dios dadle gloria”. Esta gloria de Dios a la que nos acerca Vicente no nos habla de voces, alabanzas, o grandes honores. Dar gloria a Dios implica en nuestra vida de creyentes que todo cuanto hagamos, por pequeño e insignificante que sea, lo realicemos en referencia a Él, de acuerdo con lo que Cristo nos ha enseñado. Vivir según las enseñanzas del Maestro, siguiendo el ejemplo propuesto por el Evangelio, eso es para nosotros dar gloria a nuestro Dios.

Junto a esto, también de San Vicente aprendemos siendo alentados con su testimonio paradigmático de la misión evangelizadora de la Iglesia. San Vicente Ferrer fue un predicador incansable, supo dar voz al mensaje de conversión del Evangelio, transmitiendo, a partir del estudio de la palabra de Dios y la oración constante, la importancia de la santidad y de vivir en todos los aspectos testimoniando a Cristo. Ser cristianos valientes, que hablen y manifiesten con claridad y sencillez la fe, que anuncien sin vergüenza que nuestra vida es Cristo, y su amor nuestra mayor ganancia. Hablar de Dios al mundo fue la gran proeza del Pare Vicent, por lo que hoy sigue siendo recordado como un elocuente orador y un predicador tenaz.

Pero Vicente Ferrer es sobre todo una imagen icónica del creyente en nuestra diócesis. Es un ejemplo de aquello que debemos desear los cristianos en estas tierras de Valencia, lo que la Iglesia en nuestros pueblos, en nuestra sociedad debe anunciar: un mensaje de reconciliación, de misericordia, de humanidad que en Dios encuentra su sentido, su plenitud, y su esencia. Hombres y mujeres que viven desde Jesucristo, y solo en él tienen puesta su esperanza. Creyentes para un mundo que sigue buscando respuestas a las mismas preguntas a las que San Vicente respondió siglos atrás.

Feliz Pascua de San Vicente a todos.

Quique, vuestro cura.

Comentarios cerrados.