QUE GRAN COSA ES LA FE!
Quizá os haya pasado alguna vez despertaros por la mañana con el ánimo por los suelos, sin saber por qué ¡somos tan complejos los seres humanos empezando por el cuerpo ! ¿Qué me pasa? me pregunto…no me duele nada y he dormido bien, pero esta tristeza que siento ¿de dónde viene? ¡a saber…!. No perdamos el tiempo tratando de averiguarlo, sino tratemos de superarlo, para empezar el nuevo día con ánimo bien dispuesto. ¿Y cómo?, pues no hay recetas infallables, pero para los creyentes en Jesús hay una que si no cambia enteramente ese estado de ánimo, sí ayuda a aceptarlo y lo que se acepta, deja de ser obstáculo en el camino. Es actualizar lo más que podamos esa fe en su Amor divino, que está siempre cerca, siempre dispuesto a ayudarnos a llevar el peso del día. Que puede y quiere hacerlo. Es algo muy concreto y real :»Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo». Y está. Y si de verdad lo creo, empiezo a sentir que verdaderamente su yugo es suave y su carga ligera.
¡Qué gran cosa es la Fe! pidamos a Dios todos los días que nos la aumente. Si creemos en su Amor incondicional, si creemos que está realmente en la Eucaristía, si creemos que nos ha creado para ser eternamente felices, si creemos que está siempre «a nuestra disposición» (¡que no a nuestro capricho!), esta fe no se verá defraudada y podremos ir caminando con suavidad aun en los sufrimientos, hacia la eternidad.
La Fe es un don del Espíritu Santo, pero se nos da como una semilla que hay que cuidar. Se alimenta con la oración y los Sacramentos, y se va desarrollando y fortaleciendo en la medida de la gracia de Dios y de ejercitarla con el esfuerzo personal. Puede suceder con frecuencia que no se sienta para nada el Amor de Dios, ni su presencia en la Eucaristía. Es el momento de lanzarse al vacío aparente, sabiendo que los brazos de Dios están abiertos para acogernos.
Que san Pedro y san Pablo, hombres que se fiaron de Dios, rueguen por nosotros.
Hermanas Carmelitas