Recuerdos de una coronación
Esta semana se cumplirá el 7º aniversario de la Coronación Canónica de nuestra madre, la Virgen de la Paz. Curiosamente, y casi por casualidad, la vida me permitió ser partícipe y testigo de aquel día histórico para Villar del Arzobispo y para la comunidad cristiana que desde hace siglos ha puesto su confianza en María, la Reina de la Paz.
Recuerdo perfectamente la multitud que en el Huerto del Señor esperaba expectante la llegada de la imagen de la Virgen. Todo el pueblo estaba engalanado para aquel día histórico. Balcones y fachadas con cubres y colgaduras, calles pintadas, todo tipo de decoraciones y preparativos. Se respiraba un ambiente de celebración y alegría. Todos los esfuerzos de años de trabajo pastoral y evangelizador se culminaban en aquel gesto de amor y devoción de Villar a su madre y patrona.
En aquella Eucaristía, manifestación de la fe y el sentimiento de este pueblo por la Virgen de la Paz, el Arzobispo, Don Carlos Osoro, acompañado por el párroco de Villar, D. Fernando Carrasco, y otros sacerdotes cercanos, coronó con una preciosa presea de oro la venerada imagen de la Madre de Dios. En aquella corona, se materializaba un amor inmenso e imposible de medir; el agradecimiento y la gratitud que anida en el corazón de los villarenses, cultivada por la secular devoción por la Virgen de la Paz.
Ante su dulce mirada maternal, el obispo, arrodillado ante su imagen, oró con sinceridad, manifestando así su total confianza en la intercesión de María para el gobierno de la Iglesia de Valencia, y para el avance y crecimiento de la comunidad parroquial de Villar del Arzobispo.
Villar estaba de fiesta, y tras esta celebración eucarística en la que se había materializado el decreto de coronación de la Patrona de Villar, una triunfal procesión recorrió las calles del municipio, mientras la Virgen recibía múltiples manifestaciones del amor y devoción de los villarenses, que a su paso se emocionaban al ver ya a su Virgen de la Paz coronada como Reina y Señora de este pueblo.
La Coronación de la Virgen de la Paz quedó grabada en el corazón de todos los hijos de Villar con gran agradecimiento a Dios por aquel día en el que todo un pueblo supo volcarse con su Madre, y celebrar con fiesta el regalo que la Virgen de la Paz ha sido para esta comunidad cristiana desde su fundación. Y también quedó grabada en aquellos visitantes que desde que compartimos aquella celebración, empezamos a sentirnos unidos en un vínculo especial a la Virgen de la Paz y a Villar.
Que al celebrar este aniversario, podamos reafirmar nuestro deseo de que María, como madre de Jesús, y madre nuestra, nos ayude a seguir la tarea de construir este Reino de Cristo, reino de justicia y de Paz, en el que ella, la Virgen, reina para hacer a todos sus hijos partícipes de las gracias y dones que Dios ofrece en su reinado social, regido por el amor, la caridad y la fraternidad.
Quique, vuestro cura.