Editorial

Aniversarios

Durante las últimas semanas nuestra comunidad cristiana ha acompañado en la celebración de sus bodas de Oro a algunos matrimonios de Villar, que agradecidos por su camino compartido y su vida esponsal se han acercado a la Iglesia a dar gracias a Dios por la vocación matrimonial a la que fueron llamados medio siglo atrás.

Especialmente lo celebrarán una pareja muy vinculada a toda la familia parroquial, Antonio y Fina Tortajada, ambos ministros de la comunión y muy vinculados a todo el tejido de la pastoral parroquial (cáritas, catequesis, grupos de matrimonios, etc). Esta celebración de esta familia cristiana de Villar es motivo de acción de gracias de toda su comunidad parroquial (¡qué bendición tenerlos, y compartir con ellos su fe y su testimonio de vida!), pero es también un estímulo para que en la parroquia de Villar se ponga en valor el testimonio y la fuerza de la familia cristiana, que parece que nuestro mundo actual va apagando y diluyendo.

Fina y Antonio en toda su vida matrimonial han sido conscientes de que era el Señor quien los unía y quien les ayudaba a dar pasos hacia delante; que lo que como pareja y como familia conseguían, era manifestación de la gracia y de la bendición de Dios en su matrimonio. En todo momento y circunstancia, han tenido a Cristo presente como referente, estímulo y ayuda.

Ambos, como pareja, han perseverado no solo en la fe, en la convivencia y en el trabajo doméstico, sino que todos conocemos y sabemos que lo han hecho en la oración en común, a imagen de Tobías y Sara, que desde la noche de su matrimonio, oraron juntos al Dios de sus padres, encomendándole su camino de pareja. ¡Cuantas peticiones! ¡por cuántos de nosotros! ¡por tantos proyectos parroquiales! Por todos han rezado Fina y Antonio el Rosario, se han puesto en presencia del Cristo Eucaristía en las Vigilias de la Adoración nocturna, pidiendo al Señor por intercesión de María por las necesidades de la Iglesia y de los hermanos. Solo Dios sabe los frutos de su oración conyugal fiel y constante. Y Él se lo pagará, no me cabe la menor duda.

Pero sobre todo son ejemplo del amor a la Eucaristía, de la sencilla adoración a Jesús Sacramentado, que desde su juventud han tenido como principio y fundamento de su fe. Nunca falta su presencia en la Eucaristía dominical, y su recorrido administrando la comunión a los enfermos, sintiéndose privilegiados de poder, juntos, llevar al Señor a los enfermos e impedidos que no pueden comulgar junto a la comunidad cristiana. Es un regalo de Dios verlos compartir las Vigilias mensuales, con la sencillez y la paz que reverencian al Santísimo Sacramento. Es la Eucaristía la que ha marcado su vida como esposos, en ella han ido construyendo su vocación a la santidad matrimonial, a la que fueron llamados hace ya 50 años en el día en que unieron sus vidas para siempre.

Damos gracias al Señor y a la Virgen de la Paz por ellos, por estos 50 años de fidelidad a Cristo y a la Iglesia, a su parroquia de Villar y a tantos necesitados de su ayuda material, de su oración, de su presencia, que han sido para Fina y Antonio rostro de Cristo en el mundo. Gracias por vuestra entrega, gracias por vuestro sí, gracias por hacernos sentir privilegiados (y pequeños) de compartir con vosotros el camino de la vida cristiana, y sentirnos a vuestro lado tan necesitados de seguir caminando a la Luz de Cristo resucitado, repitiendo cada día sin desfallecer “Creo Señor, pero aumenta mi fe”.

Quique, vuestro cura.

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