EL FIN DE LA CARMELITA
El fin de la carmelita me entusiasma: rogar por los pecadores, sacerdotes, pasar la vida entera sacrificándose, sin ver jamás los frutos de la oración y el sacrificio. Unirse a Dios para que así circule en ella la Sangre Redentora, y comunicarla a la Iglesia a sus miembros , para que así se santifiquen. Además, su lema me entusiasma: «sufrir y amar». ¿No fue esto lo que hizo constantemente la Santísima Virgen, el modelo más perfecto de nuestro sexo? ¿No vivió ella siempre en una continua oración, en el silencio, en el olvido de lo la tierra? ¿Cómo salvar almas? Por medio de la súplica, de la oración, del sacrificio. Adamás Jesucristo dio a entender a Magdalena que la vida contemplativa es la mejor parte que pudiera haber escogido.
Sí, el alma unida a Dios se diviniza de tal manera que llaga a pensar, desear, y obrar conforme a Jesucristo ¿Hay algo más grande en el mundo que Dios? ¿Hay algo más grande que un alma divinizada? Si Dios a cada instante se nos da con Amor infinito, ¿no nos corresponde a notros, criaturas miserables, darnos a Él con todo nuestro ser, de modo que todas nuestras obras vayan dirigida a Él con toda la intensidad de amor de que somos capaces? Ofrecernos a Él con amor para cumplir su adorable voluntad, he ahí el plan de santidad que concibo. Dios es amor, ¿ qué busca en las almas sino amor?
De una carta de Santa Teresa de la Andes, la primera santa chilena y Carmelita, que falleció a los 19 años, un alma enamorada totalmente de Jesucristo, con el único deseo de salvar las almas por medio de la oración y el sacrificio.
Hermanas Carmelitas