Editorial

Tiempo de Misericordia

En este año en el que vamos recorriendo cada domingo el Evangelio de Lucas, la cuaresma está marcada por una palabra clave que este evangelista nos transmite, la Misericordia del Padre por cada uno de nosotros.

La Experiencia de la misericordia es la del Corazón que se sabe acogido, comprendido y perdonado, por ello, estas parábolas de San Lucas nos introducen en este concepto que nos habla de lo que podremos llamar la esencia del Dios cristiano, lo que necesitamos unir al ejercicio de la penitencia cuaresmal para alcanzar así la verdadera conversión. Por ello, os invito a que hagamos un ejercicio comunitario que nos ayude a adentrarnos en esta vivencia que nos ayuda a entrar en la intimidad del corazón de Dios.

El primer paso para hallar este regalo de Dios es ejercitar nuestra vida en la oración, por lo que es necesario que invirtamos nuestro tiempo en buscar el tiempo de diálogo en el que nuestra relación con Dios sea un vínculo de confianza en el que se produzca el encuentro de dos corazones, el nuestro a veces herido, cansado y debilitado, con el de Dios que es reflejo del amor más auténtico e incondicional que existe, primer componente que nos acerca a la experiencia de la misericordia.

Pero no nos bastará con la oración, por lo que necesitamos andar un poco más, desde el amor hasta la comprensión, es el ejercicio de la compasión y la acogida. Necesitamos acercarnos a través del sacramento de la penitencia a ese abrazo del padre que nos refleja la parábola, pues así el amor que hemos hallado en la oración, podemos apreciarlo en primera persona. La confesión es el gran sacramento del abrazo, que concreta el amor de Dios en nuestra vida, que aceptando nuestro arrepentimiento sincero, y lo transforma con su gracia en una nueva oportunidad.

Esa experiencia personal única e intransferible del encuentro con Dios nos exige también que lo convirtamos en nuestra vida un verdadero ejercicio de la misericordia. Ese es el ejercicio del perdón que ahora hemos de hacer. Hallar al hermano y expresarle no solo con palabras, sino con hechos y obras nuestra capacidad de perdón, nuestra disponibilidad a comprender, acoger y responder con generosidad.

Esta triple dimensión, que enlaza la oración, la experiencia y la acción nos lleva a vivir y dar sentido al concepto Misericordia, que tan pocas veces nuestra sociedad comprende e interioriza. Que esta cuaresma sea, como cada año para los cristianos un tiempo de misericordia para todos.

Quique, vuestro párroco.

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