Rincon Carmelitano

¡RESUCITÓ DE VERAS MI AMOR Y MI ESPERANZA!

» Dice Santa Teresa:» Casi siempre se me representa el Señor así resucitado, y en la hostia lo mismo, si no eran algunas veces  para esforzarme, si estaba en tribulación, que me mostraba las llagas; algunas veces en la cruz y en el huerto; y con corona de espinas; y llevando la cruz también algunas veces, para como digo necesidades mías y de otras personas, más siempre la carne glorificada» (V 29, 4)

Santa Teresa de Jesús siempre escuchó y tuvo visiones de Cristo Resucitado. Las palabras de Jesús, sus gestos, las mociones que producen en lo profundo de nuestro ser nace siempre de la Pascua. La Resurrección nos regala a un Cristo vivo, a Jesús humano y cercano, que vive y habita en nuestro interior y desde allí como Buen Pastor, con un silbo tan suave nos vuelve a llamar. ( 4M3, 2)

La Pascua es el tiempo de la llamada, de la escucha, de abrir el oído, de acoger la Palabra que nos invita a la Vida. Sin embargo, para esto, debemos vaciarnos de tantos pensamientos, ruidos que nos invaden y acechan en este tiempo. En estos momentos donde el miedo, la ansiedad o la tristeza quieren hacerse presentes en nuestras vidas, la llamada de Jesús se hace fuerte y constante. Las palabras «No tengas miedo, yo estoy contigo» resuenan más que nunca en nuestro interior.

  Su voz nos invita a la alegría que nos trae la Pascua, a la esperanza de saber que no solo tenemos que esperar a la otra vida para gozar del cielo, sino que ya desde ahora podemos disfrutarlo, a acoger una mirada que nos conduce a una interioridad, a tomar conciencia de que a pesar de todo somos sostenidos a graciados en la luz que procede de la Resurrección.

 La llamada más profunda en este tiempo es disfrutar de la fiesta de la Pascua. A recuperar la libertad que solo Cristo nos puede otorgar. La voz de Jesús es presencia del Espíritu Santo. ¿Y si dejamos que dance para que rompan tantas cadenas que no nos deja libres? Solo escuchando la voz que habla en el silencio y permitiendo que ella se encarne en nuestro corazón podernos vivir nuestra verdadera Pascua. Acogiendo esa llamada, esas pobras y gestos de Jesús que brotan siempre desde la Resurrección.

HERMANAS CARMELITAS

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