COMO EL BARRO EN LAS MANOS DEL ALFARERO
A veces en la oración y en la vida, nos sentimos ante Dios como barro entre sus manos. Muchas veces lo hemos cantado: «Yo quiero ser, Señor, amado, como el barro en manos del alfarero; toma mi vida, hazla de nuevo, yo quiero ser un vaso nuevo»: Y si somo arcilla en manos del Señor, lo propio es dejarnos hacer por Él: Hágase en mí tu obra». Aceptamos nuestra desnudez, pobreza, pero sobre todo abrazamos la riqueza de su bendición amorosa, la originalidad con que se acerca a nosotros para hacernos contemplativos. Queremos descubrir a Dios sin huir de nosotros. En nuestra humanidad, la de cada día, albergamos una presecia amorosa que nos convida a su amistad.
Por eso lo más importante en la oración no es lo que hacemos nosotros sino lo que hace Dios en nosotros, modelando nuestro corazón, voluntad sentimientos, proyectos. La contemplación no es fruto de técnicas ni de esfuerzos. De esta disposición habla San Juan de la Cruz «Para que el entendimiento esté dispuesto para esta divina unión, ha de quedar limpio y vacío…íntimamente sosegado y callado, puesto en fe, la cual es sola el próximo y apropiado medio para que el alma se una con Dios. Dios quiere contar con nuestra libertad para hacer su obra. en medida que dejemos a Dios obrar de verdad, Él obra en nosotros con entrañable ternura, con delicado amor. No tenemos que decirle a Dios cómo tiene que modelarnos, ni necesitamos marcarle los caminos. Él sabe lo que nos conviene mejor. «De un alma que está ya determinada a amaros y dejada en vuestras manos, no queréis otra cosa, sino que obedezca y se informe bien de lo que es más servicio vuestro, y eso desee. No ha menester ella buscar los caminos ni escogerlos que ya su voluntad es vuestra. Dice Santa Teresa, Vos, Señor mío, tomáis ese cuidado de guiarla por donde má se aproveche. Vos, Dios mío, le tenéis y vais disponiendo el alma y las cosas que se tratan de manera que sin entender cómo, nos hallamos con espíritu y gran aprovechamiento, que nos deja después espantadas (F 5,6) Todo nuestro bien consiste en recibir de quién es tan amigo de dar y darse por entero. Su Majestad nunca se cansa de dar…
HERMANAS CARMELITAS