Un renacer evangelizador
Con la llegada del mes de septiembre, se reanudan todas las actividades que forman parte de aquello que conocemos como “la rutina”, el tiempo de la normalidad en el que el trabajo, el estudio, las tareas etc… se reanudan y vuelven a su ritmo.
Este tiempo es cada año en la misma parroquia un renacer, se reinicia, replantean y ofrecen nuevas acciones de formación, evangelización y crecimiento en la vida de la fe de aquellos que formamos la comunidad parroquial en este pueblo.
Es cierto que la realidad social de un pueblo como Villar es limitada, y que sois recíprocamente conocidos los que os sentís parte de la parroquia, pero el proceso de crecimiento de la comunidad cristiana jamás está cerrado ni limitado. En esta dimensión no se puede negar que somos muchos, pero faltan tantos… que el Señor nos está llamando a un nuevo impulso evangelizador.
Por ello creo que este año puede suponer, tras la pandemia y sus consecuencias, un renacer en la tarea evangelizadora de la comunidad cristiana de nuestro pueblo. Invitar, recordar a los padres de niños en edad de catequesis, impulsar y buscar nuevos grupos, etc… son acciones sencillas que están a nuestro alcance y que son un paso, aunque pequeño, para entrar en esta dinámica del primer anuncio tan necesaria en este momento de la Iglesia en Europa.
Solo basta con recordar lo bueno que el Señor nos ofrece vivir, solo es necesaria una palabra agradable, evocar un recuerdo de la fe de nuestros antepasados, o solo la conciencia de que la parroquia tras casi 450 años pueda seguir caminando, son posibilidades para hablar de Jesucristo a un mundo que ante Él tantas veces parece permanecer indiferente. En nuestra calle, en nuestra casa, entre los miembros de nuestra propia familia…
Con insistencia os pido que os suméis a este inicio de curso con vuestro grano de arena. No solo vuestra implicación activa es necesaria, sino también cuento con vuestra capacidad de hacer del Evangelio una propuesta de vida apetecible y de las actividades pastorales de la parroquia una oferta de crecimiento y aprendizaje en todas las dimensiones humanas.
Hablemos de Cristo al mundo, pues el mundo necesita de Cristo.
El Señor y nuestra Madre de la Paz nos acompañan en esta gran y apasionante tarea.
Feliz curso