COMO DIOS NOS AMA, HÁCESE A NUESTRA MEDIDA (SANTA TERESA)
Como es muy importante para crecer en la fe, en el amor a Dios, y dejarse amar por Él, la oración, continuamos de manos de Teresa que nos lleve a ese amor a Cristo, a su humanidad:
Tersa aprende a orar meditando y representando a Cristo dentro de ella (Vd 9,3) reviviendo en su interior las escenas evangélicas: «Yo solo podía pensar en Cristo como hombre») En su cotidiano intimo «trato de amistad» con el Señor, se apropia la salvación que brota de la Carne de Cristo. En el encuentro con él, va ahondando poco a poco en sus misterios. La revelación de su «humanidad sacratísima» impacta en Teresa con todo el reclamo del amor y seguimiento. Y lo comparte con nosotros. No son especulaciones teóricas. La suya es una teología vivida, narrada y comprometida como la de los primeros discípulos, y comunidades cristianas.
«¡Oh, Jesús mío!, cuán grande es el amor que nos tenéis a los hijos de los hombres!» Qué de caminos, por qué de maneras, por qué de modos nos mostráis el amor» Un amor personal, directo, concreto, del que Teresa se descubre destinataria y del que se apropia, sabiendo que » si no conocemos que recibimos, no despertamos a amar» Todo el misterio salvífico, de la Encarnación a la cruz, es para mí: Yo ya lo veo, Esposo mío, que Vos sois para mí; no lo puedo negar: por mí viniste al mundo, por mí pasasteis tan grandes trabajos, por mí sufristeis tantos azotes, por mí os quedasteis en el Santísimo Sacramento, y ahora me hacéis tan grandísimos.
regalos.
Teresa, que descubrió y defendió con pasión la humanidad de Cristo, llevó este amor a Cristo hombre hasta las últimas consecuencias. Él es nuestro mejor «dechado» el único modelo a imitar. Hay que vivir en su presencia, enamorándonos de su gran humanidad, identificándonos nuestros sentimientos con los suyos (V. 12, 2)