Rincón Carmelitano

TERESA DE LISIEUX ORA CON… UNA ORACIÓN ECLESIAL…

¿Quién durará de que la oración de la patrona de las misiones haya sido eclesial? Ciertamente, la oración de Teresita, como toda su vida, fue apostólica. Es más, el ansia por salvar a los hombres la consumió literalmente.

Teresita conversa sencilla y espontáneamente con Dios en su oración, como un niño conversaría con su padre. Pero esa intimidad nada tiene de individualista. Teresa va a Jesús en la oración; pero nunca va sola: de una manera o de otra, va a hablarle de los demás, va a pedirle por todos sus hermanos. Su oración es misionera y eclesial. «¡Oh, Jesús mío! Te amo, amo a mi madre la Iglesia» Y amar, para Teresa, significa infundir vida a otros seres, al mayor número posible.

Crece hasta límites insospechados: mientras haya un alma que salvar, Teresita no encontrara descanso. «Volveré» «Pasaré mi cielo en la tierra hasta el fin del mundo… No quiero descansar mientras haya un alma que salvar»

Ya a los 14 años, me sentía devorada por la sed de las almas…, la de grandes pecadores» Precisamente a esa edad tendrá lugar su oración su apasionada por lograr la conversión de Pranzini («mi primer hijo») un criminal condenado a muerte que rechazaba toda ayuda espiritual. «Para conseguirlo, empleé todos los medios imaginables»

Almas de pecadores, almas de sacerdotes, almas de vidas consagradas a Dios como ella, almas que en tierra de misión aún no conocen a Cristo, almas de sus contemporáneos y de gentes que nacerán después…Todas están incluidas en la oración y el amor de Teresa. Verdaderamente, es la hermana universal. Teresa no se pertenece a sí misma: pertenece a Cristo, a la Iglesia, al mundo entero. «Señor, Vos la sabéis: yo no tengo más tesoros que las almas que os ha complacido unir a la mía».

El ardor contempativo y el anhelo de salva a los hombres para Dios son dos pilares característicos de la espiritualidad del Carmelo, dos expresiones inseparables del amor de un y de una carmelita. Y Teresita de Lisieux fue, de verdad, carmelita hasta los tuétanos.

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