Rincón Carmelitano

La esposa de los cantares dice que no habiendo hallado al Amado en su lecho, se levantó para buscarle por la ciudad, pero fue en vano; ¡ después de haber salido de la ciudad encontró al que amaba!…

Jsús no quiere que encontremos en el reposo su presencia adorable, se esconde, se rodea de tinieblas. No se comporta así con la muchedumbre, de los judios, pues vemos en el Evangelio que el pueblo estaba extasiado cuando hablaba. Jesús cautiva a las almas débiles con sus divinas palabras. Trataba de hacerlas fuertes para el día de pa prueba… Pero qué pequeño fue el número de los amigos de nuestro Señor cuando se callaba delante de los jueces!… ¡Oh,qué melodia es para mi corazón ese silencio de Jesús!…El se hace pobre para que podamos darle limosna, nos tiende la mano como un mendigo para que en el día radiante del juicio, cuando aparezca en su gloria, pueda hacernos oir estas dulces palabra: «Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, no sabia dónde alojarme y me disteis un asilo, estaba en prisión, en fermo y me socrorristeis»

El mismo Jesús que pronunció estas palabras es quien quiere nuestro amor, quien lo mendiga… Se somete, por decirlo así, a nuestra merced. No quiere tomar nada sin que nosotros se lo demos, y la cosa más insignificante es preciosa a sus ojos divinos…

Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar, porque está escondido y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah, si Jesús hubiera querido mostrarse a todas las almas con sus dones inefables, ciertamente ni una sola le hubiera desdeñado!Pero no quiere que le amenos por sus dones, ha de ser Él mismo nuestra recompensa.Para hallar una cosa escondida, tiene que esconderse tambiń el que la busca. ¡ nuestra vida debe ser un misterio! Tenemos que aparecernos a Jesús, al Jesús cuyo rostro estaba escondiso!

Jesús te ama con un amor tan grande, que, si lo vieras, caería en un éxtasis de felicidad que te cauasaría la muerte; pero no lo ves, y sufres.

De una carta de Santa Teresita de Lisieux, a su hermana Celina, pero lo que le dice a ella nos lo podemos aplicar a nuestra vida: Amar a Jesús por Él mismo, dale nuestro amor como nos lo pide Jesús, Jesús es un mendigo de nuestro amor, seamos generesos con Ël, y saldremos ganando.

Comentarios cerrados.