RECUPERANDO EL CORAZÓN DE LAS PALABRAS
La semana pasada, pudimos reflexionar acerca la ceniza, y como un signo externo visible, nos debe llevar a una conversión del corazón.
Pero en este tiempo litúrgico, aparecen palabras, términos propios de la Cuaresma que puede que pasen desapercibidos debido a que son utilizados con frecuencia, y puede que, a base de repetirlos, pierda la esencia de su significado. Recuperemos con una palabra sencilla el significado de palabras, de términos como AYUNO, ABSTINENCIA, LIMOSNA y CONVERSIÓN, que se nos presentan con más frecuencia para caminar con un corazón despierto.
AYUNO. La palabra Ayuno, procede del latin “ieunium” y podemos definirla como una privación voluntaria del alimento durante un tiempo determinado con un sentido religioso, como un acto de culto a Dios. En la Biblia el ayuno puede ser señal de penitencia, expiación de los pecados, oración intensa o voluntad firme de conseguir algo. Otras veces, como en los cuarenta días de Moisés en el monte o de Elías en el desierto o de Jesús antes de empezar su misión, subraya la preparación intensa para un acontecimiento importante.
El ayuno junto con la oración y la caridad, ha sido desde muy antiguo una «práctica cuaresmal» como signo de la conversión interior a los valores fundamentales del evangelio de Cristo. Actualmente nos abstenemos de carne todos los viernes de Cuaresma que no coincidan con alguna solemnidad; hacemos abstinencia y además ayuno (una sola comida al día) el miércoles de ceniza y el Viernes Santo.
ABSTINENCIA. Procede del latín “abstinentia”, y la podemos definir como la acción de privarse o abstenerse de algo. Es un Gesto penitencial. Actualmente se pide que los fieles con uso de razón y que no tengan algún impedimento se abstengan de comer carne, realicen algún tipo de privación voluntaria o hagan una obra caritativa los viernes, que son llamados días penitenciales. Un humilde gesto que viene en nuestro auxilio para fortalecer los lazos de fraternidad con el prójimo y nos ayuda a crecer en el amor a Dios
LIMOSNA. La palabra griega “eleemosyne” proviene de “éleos”, que quiere decir compasión y misericordia; inicialmente indicaba la actitud del hombre misericordioso y, luego, todas las obras de caridad hacia los necesitados. Con el ejercicio de la limosna, tomamos conciencia que somos administradores de unos bienes, y como administradores justos y fieles, hacemos propias las necesidades del prójimo.
CONVERSIÓN. Convertirse es reconciliarse con Dios, apartarse del mal, para establecer la amistad con Dios al que llamamos en Cristo Padre. Supone el arrepentimiento y la Confesión de todos y cada uno de nuestros pecados., mediante el sacramento de la Penitencia. Una vez en gracia (sin conciencia de pecado mortal), hemos de proponernos cambiar desde dentro (en actitudes) todo aquello que nos separa del amor de Dios, y por lo tanto del amor al prójimo.
Tomemos conciencia de la profundidad y de la fuerza de LA PALABRA, que viene a nuestro encuentro cada día.
Vuestro Párroco Manuel.