Editorial

SAN VICENTE FERRER, UN SANTO EN VILLAR DEL ARZOBISPO

San Vicente Ferrer, nació en Valencia en 1350, inmediatamente después de ser azotada por la “Peste Negra”. Ingresó tempranamente en el Convento de Predicadores de su ciudad natal; pocos meses después de hacer su profesión religiosa en 1368 y viendo sus Superiores sus capacidades, fue enviado a estudiar Lógica al Estudio General de Barcelona, enseñando posteriormente esta materia en el Estudio de Lérida (1370-1372). Destinado de nuevo al Estudio General de Barcelona para cursar Sagrada Escritura y Teología (1372-1376), como era preceptivo en la carrera docente, enseñó en dicho Convento. En esta etapa de su formación compuso dos opúsculos filosóficos. En 1376 fue asignado a completar sus estudios teológicos al Estudio General del Convento de la francesa Toulouse. Ordenado sacerdote hacia 1378, fue elegido Prior de su Convento de Valencia en 1379, pero renunció al año siguiente, siendo probablemente una de las causas su aceptación de Clemente VII. Y es que el cardenal Pedro de Luna, que participó tanto en la elección de Urbano VI como en la contraelección de Clemente, le había encargado predicar en Valencia a favor de la legitimidad de este último. Por otra parte acompañó respondiendo a su expresa petición al citado cardenal en sus visitas a las Cortes de las Corona de Castilla y de Aragón, con el fin de inclinar a los monarcas a favor de tal obediencia.

Volvió a Valencia y en 1385 fue nombrado Profesor de Teología en la Escuela catedralicia. Fueron los años más tranquilos y fecundos de su docencia escolar, pero en los que no abandonó la predicación. En 1389 fue nombrado Maestro en Teología y Predicador General. Renunció a su cátedra en la Seo valentina en 1390, siendo nombrado dos años después confesor de la reina Violante. Pedro de Luna, elegido Papa con el nombre de Benedicto XIII, le llamó a la Corte pontificia de Avignon en 1395. Vivió dos años en la Curia, como Capellán, Confesor del Papa y Penitenciario Apostólico. Su salud se resintió gravemente y, en el curso de la enfermedad, tuvo un experiencia espiritual que para él fue decisiva: Cristo, acompañado de santo Domingo de Guzmán y san Francisco de Asís, le encargó ir por el mundo a predicar el Evangelio. En el primer momento sólo consiguió permiso para residir en el Convento dominicano de la ciudad, pero el 22 de noviembre de 1499 finalmente se despidió del Papa y se consagró totalmente a la predicación por buena parte de Europa occidental. Iba en calidad de Legatus a latere Christi, con amplios poderes de Benedicto XIII.

Hasta 1408 estuvo predicando por Francia e Italia. A principios del año siguiente, entró en España, de donde había salido doce años antes. El 12 de abril de 1412 estaba en la ciudad de Caspe para mediar en el pleito sucesorio de la Corona de Aragón que se planteó a la muerte de Martín I el Humano. Había sido elegido representante del Reino de Valencia, junto con su hermano, el cartujo fray Bonifacio Ferrer, y otros. El posterior 28 de junio, él mismo hizo pública de manera solemne la sentencia final a favor de Fernando de Antequera, infante de Castilla. Continuó predicando no sólo por tierras de la Corona aragonesa sino del sur de Francia. Precisamente a Perpignan acudieron el emperador Segismundo, representantes del Concilio de Constanza, que se había iniciado en 1414, y el rey Fernando I de Aragón, para negociar la renuncia de Benedicto XIII. Este, sin embargo, no aceptó y el 6 de enero de 1416 Vicente anunció en la catedral de dicha ciudad la sustracción de la obediencia del rey de Aragón al Papa Luna. Le pidieron con insistencia que asistiera al Concilio de Constanza, pero él siempre señaló en que se sentía urgido de manera irresistible a continuar la evangelización de los hombres de su tiempo. Continuó predicando por tierras francesas, evitando las zonas afectadas por la Guerra de los Cien Años -que se había iniciado en 1339- y que por otra parte, eran más directamente controladas por París.

Después de estar por el Mediodía francés, se internó en la Auvernia, pasando luego a la Bretaña, donde transcurrirán los últimos meses de su vida. Falleció en Vannes el 5 de abril de 1419. Su sepulcro se halla en la catedral de la ciudad; fue canonizado por el Papa de origen valenciano Calixto III en 1455.

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