SED Y LA FUENTE
«¡Oh piadoso y amoroso Señor de mi alma; también decís vos: venid a mí todos los que tenéis sed, que yo os daré a beber ( Jn 7, 37 ) Pues ¿Cómo puede de tener gran sed el que está ardiendo en vivas llamas en la codicias de estas cosas miserables de la tierra? Hay grandísima necesidad de agua para que en ella no se acabe de consumir; ya sé yo, Señor mío, de vuestra bondad que se la daréis; vos mismo lo de decís; no pueden faltar vuestras palabras. Pues si, de acostumbrados a vivir en este fuego y de criados en él, ya no lo siente, ni atinan, de desatinados, a ver su gran necesidad, qué remedio, Dios mío? Vos vinisteis al mundo para remediar tan grandes necesidades como éstas; comenzad, Señor; en las cosas más dificultosas se ha de mostrar vuestra piedad: Mirad Dios mío, que van ganado vuestros enemigos; habed de los que no la tienen de sí; ya que su desventura los tiene puestos en estado que no quieren venir a Vos, Venid Vos a ellos, Dios mío: yo os lo pido en su nombre, y sé que como se entiendan y tomaren en sí y comiencen a gustar de Vos, resucitarán estos murtos.
¡Oh Vida que dais a todos!, no me neguéis a mí esta agua dulcísima que prometéis a los que quieren; Yo la quiero Señor y la pido y vengo a Vos; no os escondáis, Señor de mí, pues sabéis mi necesidad, y que es verdadera medicina del alma llagada por Vos. ¡ Oh Señor qué de maneras de fuegos hay en esta vida! Oh, con cuánta razón se ha de vivir con temor! Unos consumen el alma, otros la purifican para que vivan para siempre gozando de Vos. ¡Oh fuentes vivas de las llagas de mi Dios, cómo manaréis siempre con gran abundancia para nuestro mantenimiento, y qué seguros irá por los peligros de esta miserable vida el que procurase sustentase de este divino licor! (Santa Teresa Exclamación 9 )
Santa Teresa tocada por el amor de Dios, nos invita a ver las llagas de Jesús como una fuente. Como aquellos discípulos que al ver las del Resucitado, lo reconocen y se llenan de alegría, y empiezan a comprender que su amor entregado por nosotros es fuente infinita de vida, y se abren a su Espíritu. Nos invita a descubrir, en Jesús, a Dios herido por amor a nosotros, enamorados de su humanidad, deseoso de comunicarnos su vida.
HERMANAS CARMELITAS