VIVIR EN EL ESPÍRITU SANTO
Nos estamos preparando para, para Fiesta de Pentecostés, la Pascua del Espíritu Santo, que nos ama, es el que nos enseña a vivir en Él y desde Él. La efusión de Espíritu nos hace entrar, poco a poco, en una forma nueva de vivir nuestra vida. Hay dentro de nosotros una presencia, una fuerza, un aliento, que es Dios mismo latiendo.
El Espíritu Santo no es un don cualquiera, es el don del mismo Dios en persona. Y a la vez, es el dador de este don, el dispensador de la vida. Es quien vivifica nuestros ojos, nuestro corazón, nuestra mente, nuestro cuerpo, para vivir desde la misma presencia de Dios. Y si le dejamos, entonces habla. Pero no se impone. Es fortaleza en horas bajas. Bálsamo en las heridas. Susurro amoroso en los miedos: Es compasión ante la miseria. Es paz que llena. Es un grito de justicia, una respuesta de misericordia. Es creatividad para imaginar y proyectar mundos nuevos. Es la presencia del Reino de Dios anticipado en el interior de la creación y de la humanidad.
Somos llamados a abrir nuestra puerta a la vida del Espíritu, porque Él es el que da vida. Él nos mueve, nos empuja a vivir la vida como Jesús, que siempre es una vida nueva. Acoger al Espíritu es vivir con alegría y el
dinamismo interior de Jesús. Es captar a Jesús como alguien vivo y cercano, que nos libera, sostiene nuestra vida y nos enseña a vivir de un modo nuevo , menos centrado en nosotros y más orientados a buscar la dignidad de todo ser humano.
Podemos hacer en esta semana esta oración al Espíritu Santo:
Recibe, ¡oh Espíritu Santo! la consagración y absoluta de todo mi ser, que te hago en este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el amor de mi corazón. Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh, Santo Espíritu, dígnate formarme con María y en María según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santificador. Amén
HERMANAS CARMELITAS