Rincon Carmelitano

LA GRACIA DE ORAR

 Jesús repitió insistentemente a sus discípulos: «Vigilad y orar para no caer en tentación». Así lo enseño con su ejemplo. Con frecuencia se retiraba a orar, sobre todo en momentos importantes. Necesitaba recibir la fuerza de Dios Padre.

 Siguiendo su ejemplo, la oración es fundamental en nuestra vida, es indispensable para un encuentro personal con el Señor. Cuando oramos leyendo su Palabra, meditándola y llevándola a la vida, nos vamos enriqueciendo y recibiendo la fuerza necesaria para ser su testigo en el mundo y para ayudar a otros a encontrarse con Él.

  Cuando oramos Dios baja a nosotros y nos elevamos a Él, se produce el encuentro. Dios es nuestra riqueza, nuestra fuente de inspiración, de consolación etc.

 No olvidemos que siendo Palabra de Dios no debemos leerla de cualquier manera: Tenemos que hacer un vacío en la mente de toda preocupación, buscar la paz y correr tras ella…

 comenzar cada día nuestro «trato de amistad con Aquel que sabemos que nos ama» 

 Con la oración hecha con el corazón, con perseverancia, con paciencia, viene nuestra transformación , que puede ser total si así se lo pedimos al Señor, si nos dejamos hacer por Él. La oración y la vida se entrelazan mutuamente.

 Nuestra vida junto al Señor experimenta un cambio permanente, un proceso de transfiguración, dejamos ser nosotros para ser como Jesús; sencillos y humildes, para amar como Él amó.

  En la primera canta de Juna se nos dice: Dios es amor» y «Dios amó primero» y » nadie puede amar a Dios a quien no ve, si no ama a su hermano que tiene a su lado». El amor de Dios lo tengo que manifestar amando al hermano.  Este trato con el Señor personal  a través de la oración nos enseña más que muchos libros que podamos leer.

                   HERMANAS CARMELITAS

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