Editorial

El que canta, reza dos veces

Queridos hermanos Este próximo 22 de noviembre, celebramos la fiesta de Santa Cecilia, patrona de los músicos Santa Cecilia, fue una mártir que dio su vida por amor a Cristo y que cantaba a Dios en su corazón mientras sufría el suplicio. Su ejemplo nos anima a ser fieles al Señor y a alabarle con nuestra música y nuestra voz.

La música es un don de Dios que nos permite expresar nuestra fe, nuestra alegría y nuestra esperanza. La música es un lenguaje universal que puede unir a las personas de diferentes culturas, edades y condiciones. Es también una forma de oración, pues como dijo San Agustín: «el que canta, reza dos veces».

Pero la música no es sólo un medio, sino también un fin. La música es una manifestación de la belleza de Dios, que es la fuente de toda belleza. La belleza nos eleva el alma, nos llena de asombro y nos abre a la trascendencia. La belleza, nos hace sentir la presencia de Dios en medio de nosotros, nos invita a alabar a Dios, a darle gracias y a pedirle su gracia y nos ayuda a encontrarnos con Dios.

Y para nosotros, cristianos, ¿ que nos dice ?

– La música y la belleza nos llaman a la santidad. Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, y nos ha dado la capacidad de apreciar y crear la belleza. Por eso, debemos cultivar la belleza en nuestro interior, en nuestra relación con Dios y con los demás, y en nuestro entorno. Debemos ser reflejos de la belleza de Dios, que se manifestó plenamente en Cristo, el Hijo amado, en quien tenemos la redención, el perdón de los pecados (Col 1,13-14).

– La música y la belleza nos llaman a la comunión. Dios es amor, y la música y la belleza son expresiones del amor. Por eso, debemos compartir la música y la belleza con los demás, especialmente con los que sufren, los que están solos, los que no conocen a Dios. Debemos ser instrumentos y ser portadores la música y la belleza de Dios, que se derrama sobre todos los hombres, sin distinción de raza, lengua o nación.

– La música y la belleza nos llaman a la esperanza. Dios es fiel, y la música y la belleza son signos de su fidelidad. La música, es signo de nuestra alegría, nos acompaña en nuestra peregrinación hacia la patria celestial, donde veremos a Dios cara a cara, y donde cantaremos el cántico nuevo de los redimidos (Ap 14,3).

Que Santa Cecilia nos bendiga y nos acompañe con su intercesión. Que ella nos enseñe a cantar a Dios con nuestra voz y con nuestra vida. Que ella nos ayude a ser músicos y poetas de la fe. Que ella nos haga sentir la música y la belleza de Dios.

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