4 DE DICIEMBRE SAN JUAN DE LA CRUZ
» Levantando los ojos al cielo, Jesús oró» ( Mateo17, 10-13)
Hoy es San Juan de la Cruz nuestro compañero de camino; junto a él vivamos esta jornada «en ansias en amores inflamada» en espera ardiente de aquel Niño que nos será entregado a toda la humanidad; en espera de aquel que aún está escondido y que nos invita a ejercitarnos en esa «atención a lo interior».
Para nosotros es la gran invitación en el adviento: primero tenemos que levantarnos…Hay muchas situaciones que a veces nos derrumban, que no comprendemos el sentido, que nos oscurecen la mirada y no sabemos caminar. Siempre que nos ponemos en pie, es Jesús quien extiende su mano y ora con nosotros. Nuestras actitudes diarias van reflejando a quien amo y en quien creo; esta es la palabra más diciente que llega a nuestros hermanos y a ellos a quien somos enviados » así los envío yo también al mundo»; cada día somos misioneros; cada día en nuestro ambiente con gestos sencillos damos a conocer la Palabra de la verdad porque Señor » tu Palabra es verdad. Es necesario entonces levantar la mirada, levantar los ojos del corazón y brotará expontáneamente una oración. Nos dice San Juan de la Cruz en Dichos de luz y amor: «Una Palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y esta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma.
Y este ha de ser nuestro Adviento; un tiempo precioso de atención, de escucha, de saborear la Palabra; esa Palabra que San Juan de la Cruz gustó y de la que se enamoró; esa Palabra » que a vida eterna sabe. Este es el deseo de Jesús; él quiere compartir con nosotros su gloria; él quiere estar con nosotros por toda la eternidad; él nos quiere junto así; por eso todo lo que vamos realizando a diario; todo lo que significa nuestra cotidianidad; la misión que se nos confía en cada jornada, debe tener ese sentido de trascendencia ; no se queda aquí ; va más allá; cada obra por pequeña que sea tiene una irradiación infinita. Nosotros fuimos confiados a Jesús y él vela por cada uno, por eso nunca estamos solos; Pero a la vez, a nosotros también se nos ha confiado otras personas a las que les debemos nuestro amor, nuestra entrega, nuestra atención, oración y cuidado.
¡FELIZ ADVIENTO! ¡¡¡VEN, SEÑOR, TE ESPERAMOS!!!
HERMANAS CARMELITAS