Rincon Carmelitano

MARÍA EN PENTECOSTÉS

 María había escuchado muchas veces a Jesús hablar del Espíritu Santo. Sabía que era el Espíritu quien la había cubierto con su sombra en la anunciación. Y sabía también que Jesús iba a la cruz impulsado por el mismo espíritu. Este texto de( Lc. 1,35) nos presenta a María aguardando con los discípulos la promesa del Señor. María era discípula del Señor desde muy pequeña porque meditaba la promesa hecha a Abraham y su descendencia para siempre, fue también discípula en la Anunciación, y lo fue desde Caná hasta la cruz. Ahora seguirá siendo desde el seno de una Iglesia que Ella misma ha engendrado en su corazón lleno de fe. María no sólo se siente discípula sino miembro privilegiado de la Iglesia. Ella espera con los apóstoles la promesa del Espíritu. María  la contemplativa, que como hemos visto ora con la Palabra misma de Dios en los salmos, reza con los apóstoles en comunión eclesial. María reza acompaña a la Iglesia de la espera. A esa Iglesia que había nacido cuando Ella dijo que sí al mensaje del ángel, pero que brotó  como esposa inmaculada del costado abierto de Jesús en la cruz.

 En el Evangelio Jesús nos habla del Espíritu que vendrá a la Iglesia y a la humanidad cuando El sea glorificado por la cruz: «El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, grito: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como dice la escritura: de su seno correrán ríos de agua viva. Jesús había hablado de esta misma agua viva a la samaritana: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice «dame de beber», tú le habrías pedido a él, y Él te habría dado agua viva» , pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé, se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna». Esta agua, esta fuente, es el Espíritu: Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él.

  María ya había visto al Invisible, en la Anunciación, en el Templo, en Caná, en la cruz. Ahora aguarda serenamente, en oración, al Espíritu. Nos hace bien contemplar a María en este clima de oración con los apóstoles. Lucas nos dice en el Hechos de los apóstoles, dice que allí estaba Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás…, orando con María la Madre de Jesús, aguardando ardientemente la promesa del Padre. 

        ¡¡¡FELIZ PASCUA DE PENTECOSTÉS!!!

  Hermanas carmelitas

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