Cosechando frutos de fe:
Despedida de las catequesis y el Evangelio del sembrador
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, como el sembrador del Evangelio de este domingo (Marcos 4, 26-34), hoy nos encontramos en un momento de siembra y cosecha. Concluimos un curso de catequesis lleno de aprendizajes, encuentros y crecimiento en la fe. Al igual que la semilla que germina y fructifica, las enseñanzas recibidas durante este año han ido echando raíces en nuestros corazones, preparándonos para dar frutos de bondad, amor y servicio en el mundo.
A lo largo del curso, hemos recorrido juntos un camino de aprendizaje, profundizando en los misterios de la fe, conociendo mejor la vida y enseñanzas de Jesús, y fortaleciendo nuestra relación con Dios. La catequesis ha sido un espacio de encuentro, reflexión y diálogo, donde hemos compartido nuestras dudas, inquietudes y esperanzas.
La semilla sembrada en este curso no solo ha enriquecido nuestro conocimiento, sino que también ha comenzado a dar frutos en nuestras vidas. Hemos aprendido a orar con mayor profundidad, a discernir la voluntad de Dios en nuestro día a día, a amar a nuestros prójimos con mayor compasión y a vivir con mayor coherencia de acuerdo a nuestra fe.
La conclusión de las catequesis no marca el final de nuestro camino de fe, sino un nuevo comienzo. Los frutos que hemos cosechado este año deben impulsarnos a seguir sembrando la semilla del Evangelio en nuestras familias, comunidades y en el mundo entero.
Al igual que el sembrador del Evangelio, salgamos a sembrar la Buena Noticia con alegría y esperanza. Compartamos con los demás la fe que hemos recibido, seamos testigos del amor de Dios en el mundo y trabajemos por construir una sociedad más justa, fraterna y llena de la luz del Evangelio.
Que la Virgen María, Madre de Jesús y maestra de discípulos, nos acompañe en este nuevo camino de siembra y cosecha.