Carta extraordinaria de Santa Teresa de los Andes, hablándole de corazón a corazón, defiende su vocación de ser carmelita: «
¿ QUIÉN PUEDE HACERME MÁS FELIZ QUE DIOS?»
«En Dios lo encuentro todo lo en las criaturas no encuentro, porque son demasiado pequeñas para que puedan saciar las aspiraciones casi infinitas de mi alma. Me dirás: pero puedes amar a Dios en medio de los tuyos. No, mi Lucho querido. Nuestro Señor nada se reservó para Sí al amarme desde el madero de la cruz. Aun dejó su cielo, su divinidad la eclipsó, y ¿yo me he de entregar a medias ? Si El me ha dado valor para sacrificarlo todo por su amor, yo no debo dejar de ser generosa. Además ¿ qué favor más grande que el de la vocación? Y después de tanto amor de Dios para una criatura miserable ¿yo me quedaré en mi casa, en medio de todos los que amo y de las comodidades ? Por un hombre a todo se renuncia ¡ y por Dios nada es aceptado!
Sí tú, querido Lucho, me hubieras visto casar con un joven bueno que no hubiera tenido fortuna y me hubiera llevado al campo lejos de Uds., tú te habrías conformado? Y porque es por Dios, ¿tú te desesperas? ¿Quién pude hacerme más feliz que Dios?
..Además, la que puso en mi alma el germen de la vocación fue la Santísima Virgen. Y tú fuiste el que me enseñaste a amar a esta tierna Madre, que jamás ha sido en vano invocada por sus hijos. Ella me amó y, no encontrando otro tesoro más grande que darme en prueba de singular protección, me dio el fruto bendito de sus entrañas, su Divino Hijo. ¿Qué más me pudo dar?
Lucho querido, ¡adiós! Ten corazón generoso y ofréceme a tu Dios y a la Santísima Virgen. Ellos van a hacer la felicidad de tu pobre hermana. Lo bueno y lo hermoso siempre cuesta lágrimas. La vida que abrazaré tiene estas cualidades, pero se compra con sangre de corazón. Dios te premiará, porque nunca se deja vencer en generosidad . Y sobre todo piensa que esta vida es tan corta: ya sabes que esta vida no es vida.» (carta de Teresa de los Andes, a su hermano Lucho)
Hermanas Carmelitas