Rincon Carmelitano

TERESA ENSÉÑANOS A ORAR

 Jesús ,que acostumbra a orar en soledad, no quiere estar solo en esa dura noche. Necesita la cercanía de sus amigos, los que estuvieron con Él en el Tabor. Una cercanía no solo física sino sobre todo solidaria, una cercanía en la oración al Padre que se convierte, para el discípulo, en una invitación,  a seguirle en el camino de la cruz.

 Teresa de Jesús, que ha estado también en el Tabor, no le abandona como los apóstoles en la noche del dolor… Procuraba representar a Cristo dentro de mí, y hallábame mejor, a mi parecer, de las partes donde le veía más solo. Parecíame a mí que, estando solo y afligido, como persona necesitada me había de admitir a mí. En especial me hallaba muy bien en la oración del huerto.  Allí mi acompañarle. Pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había  tenido, si podía. deseaba limpiarle aquel tan penoso sudor.

 Teresa, acostumbrada al diálogo amoroso con su Señor, a mirarle siempre, a espiar cada uno de sus gestos, ha sido capaz de sintonizar con los más íntimos deseos del Corazón de Jesús.

 Teresa, nos enseña  compartir los sentimientos de Jesús haciendo de la solidaridad una manera de oración. Si estáis con trabajos o triste mirarle camino del huerto: ¡qué aflicción tan grande llevaba en su alma! pues con ser el mismo sufrimiento la dice y se queja de ella. 

 Separados por cinco siglos el hombre y la mujer de Dios coinciden, solo que ella, Teresa de Jesús, no contempla la escena desde fuera, ni si quiera como composición de lugar al estilo ignaciano. ¡No!. Teresa está allí, lee el rostro de Jesús. Veo en vuestro rostro semblantes que os habéis consolado conmigo, y responde ofreciendo su propia vida. Si es así Señor, que todo lo queréis pasar por mí, ¿ Qué es esto que yo paso por Vos? ¿ De qué me quejo? 

 ¡Jesús se ha entregado por mí!…Junto andemos, Señor, por donde fuereis, tengo de ir, por donde pasareis tengo de pasar!

Hermanas Carmelitas

 

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