DIOS NECESITA AMIGOS FUERTES DE DIOS EN ESTOS TIEMPOS RECIOS
( Libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, 15, 5)
» No os espantéis hijas de la muchas cosa que es menester mirar para comenzar este viaje divino, que es camino real para el cielo. Tornando a los que que quieren ir por él y no parar hasta el fin que es llegar a beber de esta agua de vida, cómo han de comenzar, que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájarse lo que se trabajare, murmure quien murmure, siquiera llegue allá, si quiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, si quiera se hunda el mundo» (Camino 21, 2)
Con esta firme determinación anima Teresa a sus monjas y nos alienta a todos a no tener miedo a entrar en este camino de la oración que es el seguir a Jesús.
Teresa, como gran maestra de oración, nos ilumina el camino con una luz que brota de su corazón y que es fruto de su propia experiencia espiritual y humana, reconocida por la Iglesia al nombrarla la primera mujer doctora de la Iglesia.
La contemplación es eje central de nuestra vida, una contemplación integrada en la vida sencilla y cotidiana al estilo del hogar de Nazaret. Una contemplación que hace presente a Jesús en nuestras vidas y que es el centro y sentido de todo cuanto realizamos. Teniendo siempre como Modelo de vida de oración a María, nuestra Madre que desde el silencio y el servicio pone su vida a disposición de la obra de Dios.
Teresa nos invita a participar de su peculiar modo de vivir la oración, ya que para ella: «Que no es otra cosa oración, a mi parecer, sino tratad de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama»(Vida 8,5) Con quien sabemos nos ama, nadie, ninguno, ninguna de nosotros podría lanzarse a semejante aventura si no sintiese, en lo más profundo de su ser, que es inmensamente amado por Dios.
Hermanas Carmelitas