Alegría en el Señor: El Tercer Domingo de Adviento y San Juan de la Cruz
Queridos Hermanos.
El tercer domingo de Adviento, conocido como el “Domingo Gaudete”, irrumpe en nuestra espera con una nota de júbilo inconfundible. La Iglesia nos invita a regocijarnos, pues la venida del Señor se acerca. La alegría que experimentamos no es fruto de una euforia pasajera, sino de la certeza de que Dios, en su infinita misericordia, está a punto de cumplir sus promesas.
Este domingo, el color litúrgico cambia del morado al rosa, simbolizando el amanecer que precede al mediodía. La alegría, sin embargo, no nos distrae de nuestro camino penitencial. Al contrario, nos impulsa a intensificar nuestra preparación, a purificar nuestro corazón y a abrirnos cada vez más a la gracia de Dios.
En este contexto de espera y esperanza, la celebración de la fiesta de San Juan de la Cruz adquiere un significado especial. El santo carmelita, místico y poeta, nos enseña a vivir en la noche oscura del alma, confiando plenamente en la luz de Dios. Su experiencia espiritual nos invita a despojarnos de todo aquello que nos separa de Dios, a buscar la unión íntima con Él en el silencio del corazón.
En Villar del Arzobispo, tenemos la inmensa bendición de contar con un convento de monjas carmelitas. Sus vidas consagradas son un testimonio vivo de la búsqueda de Dios. Al igual que San Juan de la Cruz, ellas nos enseñan a vivir en el mundo, pero no del mundo, a encontrar la alegría en la sencillez y en la oración.
En este tiempo de Adviento, nos encomendamos a la protección maternal de Nuestra Señora de la Paz, patrona de nuestra querida localidad. Que su intercesión nos ayude a perseverar en nuestro camino hacia el encuentro con Cristo. Que la Virgen María nos conceda la gracia de vivir en paz y armonía con nosotros mismos, con nuestros hermanos y con Dios.
Que la alegría del Señor llene nuestros corazones y que la esperanza nos guíe hacia el encuentro definitivo con Aquel que es nuestro todo. Amén.