PARA VOS NACÍ
(Poesía de Santa Teresa de Jesús)
Para quien se ha dejado querer por Dios y ha experimentado la dulzura de ese querer, no resulta extraño que de sus labios broten palabras que denoten deseos de entrega total.
La seguridad de su pertenencia a Dios hace, que del corazón de Teresa surjan con efusión el «para Vos nací», que la induce a formular reiteradamente la pregunta con que manifiesta su disponibilidad, para realizar en todo momento la voluntad del Señor.
El reconocimiento agradecido de tantos favores: sentirse creada, redimida, custodiada… provoca en ella la extrema confianza depositada en Él, motivo de aceptación de cuanto suceda. En la dicha o en la adversidad, en vida o en muerte a todo dirá que «sí», Su corazón y su vida están incondicionalmente en sus manos; «Veis aquí mi corazón, yo lo ponga en vuestra palma… pues por vuestra me ofrecí». La misma ausencia de temor de la pequeña Teresita de Lisieux a quien no asustan los sufrimientos de esa «morada de dolor» porque espera un Dios para el que ha nacido y saciará su sed de cielo, de vida eterna.
En el fondo es búsqueda de Dios lo que necesita, experiencia de Él; la sed que padecemos, solo Dios puede saciarla con el agua viva que brota de su manantial y al que todos podemos acceder. Beber esa agua es el remedio de nuestros males. La pena es que esas necesidad pase tantas veces desapercibida porque nos parece que es a otras la que tenemos que acercarnos, sin alcanzar a ver que no son las que pueden llenar nuestro cántaro.
Hermanas Carmelitas