Solo bajo el manto de María, el Villar encuentra la Paz
Este viernes 24 de enero, culmina la novena en honor a Nuestra Señora de la Paz, un acontecimiento que nos invita a profundizar en nuestra fe y a renovar nuestro compromiso con la Virgen. 450 años han transcurrido desde que Villar eligió a María como su patrona, y a lo largo de estas décadas, hemos podido comprobar cómo los frutos del Espíritu Santo que nuestra Señora encarna en plenitud, han florecido en nuestra comunidad.
Como afirma el Papa Francisco, «María es la mujer de la fe, que cree y espera contra toda esperanza» (Evangelii Gaudium, 267). En Villar, la fe en María ha sido y sigue siendo el ancla que nos sostiene en medio de las tempestades de la vida. Al igual que los discípulos de Emaús, que encontraron en la compañía de Jesús la paz que anhelaban, nosotros también hallamos en María un consuelo y una esperanza inagotables.
Mucho tiempo, muchas generaciones de villarenses acogiéndose al amparo y protección de María, confiándole sus vidas y la de sus familias. Sacerdotes que, a lo largo de estos 450 años, han entregado sus vidas, acompañados de la ternura de una Madre que nunca falla. Franciscanas, amigonianos, obreras de la cruz y ahora nuestras queridas Carmelitas descalzas. Hombres y mujeres consagrados a Dios y que han sido testigos y han experimentado el amor que se le profesa a Maria en esta tierra serrana.
María nos eleva para poder hacer de nuestra vida una oración. Una vida sencilla, como lo es la oración del Santo Rosario, la oración mariana por excelencia, la oración de los pobres y los humildes, y que siempre prepara a la comunidad a recibir a su hijo en la Palabra y en su cuerpo y su sangre.
Santa Teresa de Jesús, en su fervorosa devoción mariana, nos recuerda que «la oración es la familiaridad con Dios». En cada novena, en cada plegaria, nos acercamos más a María, nuestra Madre del cielo, y experimentamos esa familiaridad que nos permite abrir nuestro corazón a sus enseñanzas.
La Virgen de la Paz nos invita a cultivar los frutos del Espíritu Santo en nuestra vida “caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad” (Ga 5,22-23, vulg.). Estos dones divinos son los que nos transforman y nos hacen capaces de construir un mundo más justo y fraterno.
«La paz no es simplemente la ausencia de guerra, sino una realidad positiva que se construye día a día» (Papa Francisco). En Villar, la Virgen de la Paz nos inspira a ser artesanos de la paz, sembrando en nuestros corazones y en nuestras relaciones los valores del Evangelio. Como dice San Pablo, «la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones» (Colosenses 3,15).
María, Madre de la Paz, es nuestro refugio seguro en tiempos de tormenta. Su mirada maternal nos alienta a seguir adelante, incluso cuando las dificultades parecen insuperables. Como dice el proverbio, «Encontré sombra bajo tu ala, y mi alma, como un pajarillo, se refugió en tu sombra» (Salmos 61,4).
Le pedimos a nuestra Señora, que esta novena nos renueve en la fe y nos impulse a vivir cada día con mayor intensidad nuestro compromiso cristiano.