LA CRUZ DONDE EL AMOR REDIME
Juan de la Cruz nos invita a mirar el misterio de la Cruz en clave de desposorio. El Hijo de Dios se ha unido a la humanidad, asumiendo nuestra naturaleza humana, y compartiendo en la cruz nuestra muerte. Todo ello para llevarnos a Dios a compartir su vida. Como lo canta en el Romance sobre la Encarnación.
Jesucristo ha realizado esta redención, de una vez para siempre, por su Encarnación, Muerte y Resurrección. Nosotros la vamos recibiendo, la vamos asumiendo, en la medida en que abrimos nuestra vida a Dios, y nos convertimos, vamos orientando hacia Él nuestra forma de vivir, de hacer, de pensar, de sentir. El camino espiritual es un proceso de renovación personal. Nos vamos uniendo a Dios, para acoger su Vida, la que hemos recibido en el Bautismo, y dejar que se despliegue en nosotros.
Un camino que se hace al paso del alma, poco a poco, y con tropiezos y encrucijadas, dificultades y cruces, diferentes en cada persona. Pero en ellas no estamos solos, nos acompaña el Crucificado, que es también el Resucitado. Él va siempre abriendo Caminos de Vida Nueva.
Por eso la cruz es signo de esperanza, que nos sostiene en el camino de la vida y nos empuja a seguir dando pasos por la contrariedades. Y es esperanza activa para mirar nuestro mundo. Esa Vida Nueva de Jesús que sabe sacar de los males bienes.
Acompañemos a Cristo en todo estos días de Semana Santa, no la hagamos como de vacaciones, sino de vivir en verdad compartiendo su Pasión y Muerte, para Resucitar con Él.
Por la Cruz a la Luz
Hermanas Carmelitas