Llega el Domingo de las Primeras Comuniones
en
Villar del Arzobispo
La mañana se viste de gala en Villar del Arzobispo. Las calles respiran una emoción distinta, un perfume a fiesta que solo el corazón de un niño puede entender en toda su profundidad. Chimo, lanza el bando, pone a sonar aquella canción que nunca pasa de moda: “Mi Primera Comunión” de Juanito Valderrama. Y es que hoy no es un día cualquiera. Después de tres años de preparación, doce niños se acercarán al altar para recibir por primera vez a Jesús en la Eucaristía. Es una fiesta para toda la comunidad parroquial, pero sobre todo para las familias, que ven cómo sus pequeños dan un paso decisivo en su vida de fe.
Tomar la Primera Comunión no es un simple rito de paso, ni una tradición cultural. Es algo mucho más grande, más hondo. Es el momento en que Dios, en la persona de Jesús, hace morada en el corazón de cada uno de estos doce niños. El mismo Creador del universo, que se hizo hombre por amor, que murió y resucitó por nosotros, se entrega en un pedazo de pan consagrado. ¿Cómo no emocionarse ante este misterio? La Eucaristía es el sacramento del amor, el banquete donde Cristo se ofrece como alimento para nuestra alma. Él mismo lo dijo: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».
Hoy, estos niños no reciben un símbolo, sino al mismo Dios que viene a transformar sus vidas. Es un encuentro personal, íntimo, donde Jesús les dice: «Mira, estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo». Y ellos, con esa fe sencilla y pura que solo los pequeños poseen, le abren las puertas de su corazón.
Pero este día no puede quedarse solo en un recuerdo bonito. La Primera Comunión es el inicio de un camino, una invitación a perseverar en la vida eucarística. La misa no es una obligación, sino el lugar privilegiado donde Dios nos espera cada domingo —y cada día— para alimentarnos, para darnos fuerzas, para hacerse uno con nosotros. No hay mayor alegría que vivir cerca del Señor, y la Eucaristía es el tesoro que nos mantiene unidos a Él.
Por eso, hoy es un día de acción de gracias. Gracias a los catequistas, que con paciencia y amor han preparado a estos niños. Gracias a las familias, que son los primeros testigos de la fe. Y sobre todo, gracias a Dios, que en su misericordia infinita, se hace pequeño para entrar en el corazón de los pequeños.
Que la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la Virgen de la Paz, cubra con su manto a cada uno de estos doce niños. Que Ella, que guardaba todas las cosas en su corazón, les enseñe a amar a Jesús en la Eucaristía y a seguirlo siempre con fidelidad y alegría. Que este día sea el comienzo de una vida caminando de la mano del Señor, hasta el encuentro definitivo con Él en el cielo.
¡Feliz día de Primera Comunión, Villar del Arzobispo! Que la alegría de este domingo permanezca en vuestros corazones para siempre.