Querido D. Manuel
Hoy es un día especial y triste para esta comunidad, nos reunimos no solo para despedirlo, sino, sobre todo, para dar gracias por su presencia cercana, por sus palabras oportunas, por su ejemplo de entrega y por su incansable disposición a ayudar a todos.
Recordamos como fue su llegada a mitad de curso, a puertas de iniciar el tiempo de cuaresma, cuantas novedades para ambas partes, nosotros como comunidad esperando que nos expusiera sus ideas y Usted como párroco recién llegado aplicando el evangelio que se proclamó el día de su entrada. “No he venido a abolir he venido a dar plenitud” y eso hizo se dejó llevar y confió en nosotros y nos dejó hacer.
Poco a poco nos fuimos cogiendo confianza y empezamos a compartir opiniones y maneras de trabajar y guiar esta comunidad parroquial de Villar, pero cuando parecía que todo estaba encarrilado, llego la noticia de su traslado.
Nos quedamos sorprendidos, por el poco tiempo que ha estado con nosotros no ha llegado a dos años y medio, pero una vez conocida la razón, la entendimos y aceptamos.
Hoy queremos levantar nuestra voz como comunidad para expresarle nuestra más profunda gratitud. Han sido dos años de entrega, servicio, palabra, cercanía y oración que han marcado nuestras vidas de muchas maneras, hemos aprendido que a veces hay que dejar en manos del Señor y confiar en la providencia, hemos aprendió que no podemos tenerlo todo atado que hay que confiar en El Señor y Gracias a Dios todo lo emprendido ha salido bien, Dios proveerá o confía en el Señor son dos de sus frases más repetidas y favoritas.
Y cómo olvidar esa forma tan suya de reunirnos: con alegría, con fraternidad ¡y con comida!
Usted nos enseñó que compartir la mesa también es una forma de vivir el Evangelio.
Que los ágapes, sencillos o abundantes, eran una excusa para encontrarnos, para hacer comunidad, para crecer en amistad y en fe.
Para su despedida nos pidió una misa sencilla, como un domingo más del año, nos da la impresión de que quiere pasar este cáliz rápido por miedo a emocionarse, y no llorar, pero es lo que tiene el despedirse de la gente con la que se ha convivido y compartido, no poder controlar las lágrimas.
Y para que tenga un recuerdo de su paso por esta parroquia y nos tenga presente, donde El Señor tenga previsto llevarlo, le vamos a hacer entrega de unos regalitos.
En primer lugar, este cuadro conmemorativo del 450 Aniversario de la parroquia, y al que tanto tiempo y desvelo le ha dedicado, nos hemos permitido la licencia de cambiarle el texto, para que quede en su recuerdo, que Usted también ha formado parte de esos 450 años, de fe compartida.
En segundo lugar una cajita con fotografías que recogen momentos vividos con alegría, esfuerzo y fe: celebraciones, misas, encuentros, catequesis, visitas, sonrisas… Cada una de ellas habla de un pedacito de historia construida juntos, con Usted.
Y por último una contribución económica, humilde pero sentida, es fruto del cariño de todos los que han querido sumarse a este gesto.
Gracias, Manuel, por su testimonio. Gracias por cada palabra de aliento, cada gesto de consuelo, cada enseñanza que nos ha ayudado a crecer en la fe.
Usted ha sido y será parte de nuestra historia parroquial.
Que seas muy feliz en tu nueva parroquia, que Dios te cuidé y te guie y cuenta que el próximo día 13 ahí estaremos acompañándote.
Chelo Martinez
Secretaria Consejo