SANTA TERESA DE JESÚS ¿EXTRAORDINARIA?
Cuando se lee a Teresa de Jesús o se piensa en la profunda experiencia de Dios que tuvo; al disfrutar de la sabiduría de sus palabras o al mirar la libertad que logró, siendo una monja que vivió en un siglo regido por varones y atado por unas leyes sociales asfixiantes; cuando se ve lo que logró hacer por sí misma, se puede pensar que Teresa es inalcanzable y que era una gran mujer, casi desde siempre.
La extraordinaria Teresa se presenta como una mujer que ha vivido en proceso, aprendiendo, madurando, desarrollando lo mejor de sí misma. Una mujer que conoció el fracaso, la falta de dominio y la mediocridad. Era una luchadora nata, pero por sí misma no lograba realizar los deseos más profundos de su corazón ni la felicidad que buscaba.
Tuvo conciencia de las gracias de naturaleza que Dios le había dado, pero también de que podía malograr tanto bien. El gran paso que inclinó su vida hacia lo extraordinario, lo relata en en el libro de la Vida, cuando dice: Estaba ya muy desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios. El largo camino por el Teresa de Jesús se fue haciendo una mujer nueva y extraordinaria supuso, también, la revelación de un Dios sorprendente e inesperado. El Dios que había transformado su vida y que hará de ella una gran mujer de Dios. Descubrir a ese Dios siempre presente pero no siempre percibido forma parte de la ventura personal de Teresa y de su proceso para convertirse en la madre de espirituales que llega ser capaz de acompañar a los creyentes, de siglos y siglos.
» Oh, qué tarde se han encendido mis deseos y qué temprano andabais Vos, Señor, granjeando y llamando para que toda me emplease en Vos».
Hermanas Carmelitas


