Rincon Carmelitano

DEJEMOS QUE EL ESPÍRITU DEL SEÑOR NOS HABLE EN EL SILENCIO DE NUESTRO INTERIOR

  El silencio es un amigo importante en estas horas, pues nos pacifica por dentro y nos dispone para escuchar sin prejuicios y pretensiones pragmáticas. Hacer silencio es como dejar que el agua del lago se quede mansa y serena, de manera que uno pueda mirarse e incluso ver lo que hay en el fondo. El silencio nos permite percibir lo que hay en el fondo de cada uno. Pero no es fácil poner palabras aquello que se encuentran en el fondo del corazón…Las palabras, a veces, son traicioneras y con facilidad se manifiestan limitadas para decir lo que uno lleva dentro. ¿Quizás sería mejor callar? Las cosas del interior, cuando proviene de Dios vienen en gemidos y balbuceos de manera que no se pueden silenciar. Hacer estos gemidos comprensibles a los demás es un gran don, que no depende de nosotros. No siempre las palabras son » como un árbol plantado junto a la corriente de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se marchita su follaje, a veces más bien, son como tierra reseca, agostada, sin agua. En estas ocasiones, se manifiesta nuestra necesidad del don divino de la misericordia.

 Cuando el Señor da espíritu» , dirá Santa Teresa, quiere decir, cuando la gracia de Dios acompaña lo que hacemos, entonces todo resulta más fácil y mejor. Todo está en «disponerse a recibir» el don de Dios. Acoger con corazón libre, sin querer manipular la gracia para el propio beneficio. Recibir y transmitir; como canal donde corre el agua sin interrupciones ni suciedad. Cuando el Señor da espíritu, pónese con facilidad y mejor. Parece como quien tiene un dechado delante, que está sacando aquella labor; mas si el espíritu falta , no hay mas concertar este lenguaje que si fuese algarabía , a manera de decir, aunque haya muchos años pasado en oración ( V 14, 8)

                                                       HERMANAS CARMELITAS

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