Editorial

UN SI AL AMOR.

Responder a la llamada al sacerdocio

El próximo 3 de marzo, la diócesis de Valencia se une en oración por las vocaciones sacerdotales bajo el lema “Padre, envíanos pastores”. Un clamor que brota del corazón de la Iglesia, anhelando nuevos servidores que guíen al Pueblo de Dios con amor y sabiduría.

La vocación sacerdotal es un don inmerecido, un misterio de amor que se revela en el corazón de un hombre dispuesto a entregarse.

Es una invitación a participar en la obra redentora de Cristo, a ser un instrumento de su gracia en medio del mundo.

Una llamada a servir: El sacerdote no es un simple funcionario religioso, sino un pastor ungido por el Espíritu Santo para guiar, consolar y enseñar. Es un hombre que ha escuchado la voz de Dios y ha respondido con un “sí” generoso, renunciando a sus propios proyectos para entregarse por completo al servicio de la Iglesia.

Instrumentos de Dios: En un mundo que busca a tientas la luz, el sacerdote es portador del mensaje de esperanza y salvación. A través de su ministerio, la Iglesia se hace presente en la vida de las personas, ofreciendo los sacramentos, la Palabra de Dios y la caridad fraterna.

Un privilegio y una alegría: Responder a la llamada al sacerdocio es un privilegio inmenso, una fuente de profunda alegría. El sacerdote participa de la alegría del mismo Cristo, quien se entregó por amor a la humanidad. Es una vida llena de desafíos, pero también de satisfacciones inimaginables, al ver cómo Dios obra a través de su ministerio.

Un sí a la aventura: Decir “sí” al sacerdocio es embarcarse en una aventura apasionante. Es dejarse llevar por el Espíritu Santo hacia un futuro incierto, pero confiando siempre en la fidelidad de Dios. Es un camino de constante crecimiento y aprendizaje, donde el sacerdote se configura cada vez más con Cristo, Buen Pastor.

Oración por las vocaciones: En este día del seminario, oremos con fervor por las vocaciones sacerdotales. Pidamos al Señor que envíe a su Iglesia nuevos pastores, hombres santos y entregados que guíen al Pueblo de Dios con amor y sabiduría. Que la Virgen María, Madre de los sacerdotes, interceda por ellos y les conceda la gracia de perseverar en su vocación.

¿Sientes la llamada? Si en tu corazón resuena la pregunta sobre el sacerdocio, no tengas miedo. Acércate a tu párroco o a un sacerdote de tu confianza.

Comparte tus inquietudes y déjate guiar por la sabiduría del Espíritu Santo. No tengas miedo de decirle “sí” a Dios. Él te espera con los brazos abiertos para convertirte en un instrumento de su amor en el mundo.

Vuestro Párroco Manuel

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