EXPERIENCIA DE SANTA TERESITA DE SU ENTRADA EN EL CARMELO:
«El lunes 9 de abril, día en que el Carmelo se celebraba la fiesta de la Anunciación, trasladada a causa de la cuaresma, fue el día señalado para mi entrada.
La víspera, toda la familia se hallaba reunida en torno a la mesa, a la que yo me sentaba por última vez. ¡Ah, qué desgarradoras son estas reuniones intimas!…Cuando una quisiera pasar inadvertida, es cuando se prodigan las caricias y las palabras más tiernas, haciendo así más sensible el sacrificio de la separación…
En la mañana del gran día, después de haber echado una última mirada a los Buissonnets, nido gracioso de mi infancia que nunca más volvería a ver, partí del brazo de mi rey querido para subir a la montaña del Carmelo…
Como la víspera, toda la familia se reunión para oír la santa misa y comulgar en ella. Tan prono como Jesús bajó al corazón de mis parientes queridos, ya no escuché a mi alrededor más que sollozos. Yo fui la única que no lloró, pero sentí palpitarme el corazón con tal violencia, que me pareció imposible dar un paso cuando fueron a indicarme que nos acercáramos a la puerta conventual. Sin embargo, me dirigí hacia ella, preguntándome a mí misma si no iría a morir a causa de los fuertes latidos de mi corazón…¡Ah, qué momento aquel! Es necesario haberlo vivido para comprenderlo. CONTINUARÁ
Hermanas carmelitas