AMOR FILIAL A LA IGLESIA
(Santa Teresita del Niño Jesús)
Escribe Santa Teresita del Niño Jesús: «Entendí que solo el amor es el que impulsa obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra así todas las vocaciones, que el amor es todo, que abarca todos los tiempos y lugares: en una palabra, que el amor es eterno. Entonces, llena de alegría desbordante, exclamé: » Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío, en el corazón de la Iglesia, que es mi Madre, yo seré el amor: de este modo lo seré todo y mi deseo será colmado»
Son también estos tiempos que corren tiempos para renovar nuestro amor a la Iglesia, una Iglesia sin mancha y puro corazón de su origen divino y con muchas manchas en sus miembros que ofendemos a Dios y al prójimo y que no somos fieles a las exigencias de nuestra condición bautismal. Pese a ello la Iglesia, que es Madre, nos acoge y nosotros debemos aprender a acoger a todos, aun a aquellos que estando en su seno no comparten y más aún, contradicen sus enseñanzas en temas esenciales.
Amar a la Iglesia significa aceptar sus enseñanzas, la guía de sus pastores, las orientaciones del Magisterio, especialmente del Papa, que es pastor universal de la Iglesia y de los obispos que están en comunión con la sede de Pedro: «Si amas la Cabeza, amas también los miembros, dice San Agustín.
Hermanas Carmelitas