NOMBRAMIENTOS
En estos días, en los que el sol del verano ilumina con fuerza nuestros caminos, es habitual, que la Iglesia en España, viva un tiempo de nombramientos y cambios pastorales. También en nuestra Archidiócesis de Valencia, el Espíritu Santo sigue guiando a sus pastores, recordándonos que somos peregrinos en esta tierra, llamados a caminar hacia la patria celestial. Los nombramientos eclesiásticos no son meros trámites administrativos, sino signos de la vitalidad de la Iglesia, que, como cuerpo vivo, se renueva y se adapta para seguir anunciando el Evangelio con fidelidad y ardor.
El Evangelio de este domingo, tomado de San Lucas (12, 13-21), nos invita a reflexionar sobre el verdadero sentido de nuestras posesiones, no solo las materiales, sino también aquellas que consideramos «nuestras» por costumbre o apego: cargos, títulos, seguridades humanas. El hombre rico de la parábola acumula bienes para sí mismo, creyendo que su vida depende de ellos, pero Dios le llama «necio», porque la verdadera riqueza no se mide en graneros llenos, sino en el corazón entregado a la voluntad divina.
En este contexto, los nombramientos en la Iglesia nos recuerdan que ningún ministerio es propiedad personal, sino don y responsabilidad recibidos para servir. Quien asume un nuevo encargo pastoral no debe hacerlo como quien acumula honores, sino como quien se despoja de sí mismo para ser instrumento de Cristo. El verdadero pastor no edifica para su propia gloria, sino para el bien de las almas, sabiendo que un día tendrá que rendir cuentas a Dios.
Los cambios, aunque a veces nos cuesten, son oportunidades para crecer en humildad y confianza. Cada nuevo nombramiento es una llamada a dejar espacios de comodidad y abrirse a la sorpresa de la gracia. Como peregrinos, no podemos aferrarnos a lo transitorio; nuestra mirada ha de estar puesta en el cielo, donde Cristo nos espera. En este caminar, la Virgen María, nuestra Madre y modelo, nos enseña a vivir con un corazón agradecido, que acoge cada designio divino como ella acogió el anuncio del Ángel: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
Que en este “tiempo de nombramientos”, todos —pastores y fieles— renovemos nuestra confianza en Dios, que nunca abandona a su Iglesia. Y como María, Virgen de la Paz, demos siempre gracias al Señor, porque en sus manos, todo cambio es gracia, y toda misión, camino de santidad.