Querida parroquia y familia de Villar del Arzobispo, querida parroquia.
Este domingo, 21 de septiembre de 2025 a las 19:00 viví un acontecimiento único en mi vida, a saber: mi primera toma de posesión de toda mi vida. Aunque me tenéis que disculpar, porque yo no he tomado posesión de nada, más bien al contrario, vosotros tomasteis posesión de mí, como bien señaló don Javier Grande, nuestro vicario episcopal.
He dicho que es un acontecimiento único en mi vida porque me dispone a encarar el ministerio sacerdotal de una forma muy especial. Según he comprobado en estos años, ser vicario de una parroquia te pone en la posición de ser “colega” en algunas ocasiones y “hermano mayor” en otras.
Ahora, al regalarme la Iglesia la misión de ser párroco, ¿cómo me sitúa? Pues con una llamada muy especial, la de la paternidad. Y tengo que decir que con 29 años se me hace extraño, me abruma, me siento indigno y poco capaz. Pero el verdadero y único Padre es Él, menos mal. El resto solo tenemos que observar, escuchar y aprender.
Y ¿qué es lo que hace un padre? Acompaña, alimenta, exhorta, anima, endereza, escucha, aconseja, mima, se preocupa de forma personal por cada hijo, insufla valentía… y mil cosas más que todos habremos vivido en el seno de nuestras casas.
Lo dicho, esta misión es abrumadora, es muy grande. Y yo, muy pequeño. Pero quiero vivir con vosotros esta experiencia que obtuve de unos ejercicios espirituales: “En mi debilidad, Tú te haces fuerte.” Querida parroquia, quiero serviros, caminar, aprender y estar con vosotros. Y para ello, os necesito. Necesito que me enseñéis, que oréis por mí.
Quisiera acabar compartiéndoos un regalo que el Señor me dio días antes de mi ordenación sacerdotal, hace tres años. En esos días preparatorios a la ordenación, le pedía al Señor: “Concédeme un sello en el corazón, una palabra que no se me olvide y que me marque el resto de mi vida. Que sea mi lema”. El Señor, a los pocos días me regaló estas dos palabras:
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“Solo para ti, todo para ti.”
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“Yo soy de mi Amado, y mi Amado es para mí.”
