REINA DE LA EVANGELIZACIÓN
Muy querida familia,
Esta semana tenemos en nuestros calendarios dos fechas a las que debemos mirar con especial atención ya que se celebran dos advocaciones de la Virgen María de especial belleza, a saber: el martes 7 de octubre, día en que celebramos la Virgen del Rosario, y el 12 de octubre, jornada en la que recordamos la advocación de nuestra Señora del Pilar.
Vamos a recordar unas líneas de la historia de estas dos advocaciones. Respecto a la advocación como Virgen del Rosario, sus orígenes se remontan al año1200, cuando la Virgen María se apareció a Santo Domingo de Guzmán en una capilla con un rosario en las manos, al cual le enseñó a rezar y le dijo que lo predicara entre los hombres. Santo Domingo se hallaba desolado ante la dificultad de la tarea de la conversión de los albigenses. Para pedir dicha gracia, santo Domingo entró en un bosque y pasó tres días y tres noches, haciendo penitencia y oración para conseguir ese objetivo. En ese tiempo, ocurrió la aparición de la Virgen María. Dejo unas líneas del acontecimiento:
“¿Sabes tú, mi querido Domingo, ¿de qué arma se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo? “Oh, Señora”, respondió él, “vos lo sabéis mejor que yo, porque, después de vuestro Hijo Jesucristo, fuisteis el principal instrumento de nuestra salvación.” Ella añadió: “Pues sabes que la pieza principal de la batalla ha sido la salutación angélica, que es el fundamento del Nuevo Testamento. Por tanto, si quieres ganar para Dios esos corazones endurecidos, reza mi salterio.”
La Virgen reveló: “Solo si la gente considera la vida, muerte y gloria de mi Hijo, unidas a la recitación del Avemaría, los enemigos podrán ser destruidos. Es el medio más poderoso para destruir la herejía, los vicios, motivar a la virtud, implorar la misericordia divina y alcanzar protección. Los fieles obtendrán muchas ganancias y encontrarán en mí a alguien siempre dispuesta y lista para ayudarles.”
La historia de la Virgen del Pilar nos puede resultar mucho más conocida. Según la tradición, nos remontamos al año 40, concretamente un 2 de enero. Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol. La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que «permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio.»
Me ha resultado curioso observar un punto coincidente en estas dos historias: los orígenes de estas dos advocaciones tienen como punto de fuga el deseo de la Virgen María de que todos conozcan a su Hijo. Ante el sufrimiento por las dificultades de santo Domingo o de Santiago el Mayor, en distintas partes del mundo y épocas distintas, María, como Madre, solo tiene un deseo en su corazón: que todos le conozcan.
En este mes de octubre, todos los cristianos estamos convocados por el Papa León XIV a rezar el rosario, todos los días, por la paz. Desde la parroquia, acogemos desde ya esta invitación. Pero que no se quede ahí, todos y cada uno de nosotros, en nuestra intimidad, estamos invitados a rezar el rosario con esta intención tan grave y urgente. La verdadera paz solo la trae Jesucristo. Recemos con deseo, con pasión, para que se produzca el milagro de la paz y de la conversión de todos los que no conocen a Jesucristo. Como cristianos, como bautizados, esta es nuestra principal misión.