Editorial

¿QUIÉN ERES?

Al escribiros la hoja parroquial de esta semana tengo en mente una imagen, la del Belén de Sijena. Un Belén precioso que confeccionan, tallando la piedra, las hermanitas de Belén. Cada una de estas figuras es fruto de largas horas de oración y trabajo. De ahí, que nazcan con una buena catequesis bajo el brazo.

Me vienen varias figuras a la cabeza:

San José: Es una figura que transmite una gran paz y sosiego. Se halla sentado, con las manos sobre las rodillas y con un rostro sereno, apacible. Pero me nace preguntarme: ¿Cómo puedes estar en paz en la noche en la que va a ocurrir lo más grande de toda la historia? La respuesta es la pura confianza. No se trata de una espera pasiva, acomodada… sino de una espera confiada.

María: Ella ha sido tallada de tal manera que aparece tumbada. Y con una peculiaridad preciosa: tiene un hueco, muy bien disimulado, en donde se coloca el niño. Quizás ella nos hable esta Navidad de ese pequeño hueco que todos tenemos, esa soledad perenne que sentimos, la cual es signo de que el único que puede llenarnos totalmente es Cristo.

La siguiente figura es uno de los ángeles de este curioso Belén. El ángel del que hablo tiene una expresividad impresionante: los ojos muy abiertos y la boca abierta en forma de “O”. Además de tener los brazos levantados. Signo de que la noticia que está anunciando no es cualquier noticia. Y como no es cualquier noticia, no se puede anunciar de cualquier manera. Es un anuncio que nace del asombro, de la emoción y del deseo de que los que escuchen esta Palabra experimenten, en su totalidad, la alegría y la profundidad de lo que significa este acontecimiento. No es cualquier noticia, sino la Buena Noticia. Y tiene que serlo realmente, para que el mismo ángel Gabriel se encuentre en este estado de asombro.

Por último, os propongo una figura más: un pastor. Pero no un pastor cualquiera. Hay más pastores en este Belén, igual que en los vuestros: con sombrero, con alforja, con ovejas, llevando una en brazos, etc. Pero este pastor tiene una peculiaridad: no tiene nada. Nada de nada. Y lo más bello de todo es su postura. No está de pie, ni sentado, ni tumbado… está arrodillado.

Quizás esta es la actitud de la Navidad. Al encontrarme frente al Dios de todo, que ha elegido no tener nada para darse(me) todo… yo ¿qué puedo hacer? Pues yo, que no tengo nada, solo puedo darte una cosa, a mí mismo por entero. Esa es la actitud del pastor: Aquí estoy, ya ves que no tengo nada, por tanto, nada puedo darte. Solo tengo esto: mi corazón, mi vida, mi amor, mi alabanza y adoración… y eso es lo que te puedo dar.

Pidamos la gracia, el regalo de poder hacer esto: darnos nosotros al Niño… no regalos, date tú. Ese es el mejor regalo que le podrás dar.

Vuestro, Julio.

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