La inmensa mayoría de los cristianos rezamos con frecuencia el «Padre nuestro», la oración por excelencia, ya que nos la enseñó el mismo Jesús. Cabe el peligro de recitarla rutinariamente sin darnos apenas cuenta de lo que estamos diciendo.
Santa Teresa de Jesús hace un extenso comentario a esta oración en el libro Camino de perfección. Nos puede ayudar tener en cuenta algunas de sus reflexiones nacidas de su propia experiencia de Dios, para rezarlo mejor.
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PADRE NUESTRO:»¡Oh Hijo de Dios y Señor mío!¿Cómo dais tanto junto a la primera palabra?,¿cómo nos dais en nombre de vuestro Padre todo lo que se puede dar, pues queréis que nos tenga por hijos?. Le obligáis a que la cumpla, que no es poca carga; pues en siendo Padre nos ha de sufrir, por graves que sean las ofensas. Si nos tornamos a El como el hijo pródigo, nos ha de perdonar, nos ha de consolar en nuestros trabajos como lo hace un tal Padre, que forzado ha de ser mejor que todos los padres del mundo, porque en El no puede haber sino todo bien cumplido. Nos ha de regalar, nos ha de sustentar, que tiene con qué, y después hacernos participantes y que heredemos con Vos. No le obliguéis a tanto por gente tan ruin como yo, que le ha de dar tan malas gracias, y otros también hay que no se las dan buenas».
Que cada vez que digamos «Padre nuestro» saboreemos todo lo que significa para nosotros tener tal Padre.
Hermanas Carmelitas