Rincón Carmelitano

SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS

Dentro de poco se celebra en la Iglesia universal, y sobre todo en el Carmelo, la fiesta de Santa Teresita del Niño Jesús. Ella, a diferencia de su madre Santa Teresa, no tuvo en su corta vida ni éxtasis ni nada extraordinario. De tal manera vivió en lo externo como todas, que una hermana comentó cuando ya se encontraba Teresita muy enferma:»La madre priora se va a ver en un aprieto para escribir la carta de edificación, porque esta hermanita es muy amable, pero no ha hecho nada que merezca la pena ser contado». Era la opinión de esta hermana, pero la Iglesia la ha nombrado Doctora de la Iglesia, sólo hay 3 mujeres a las que se les haya reconocido como tales en 2000 años de cristianismo.

Ella misma nos da como la clave de esta aparente contradicción cuando nos dijo:»A todos los éxtasis prefiero la monotonía del sacrificio ordinario». Creemos que en los éxtasis se debe sentir una muy, pero que muy bien, tan bien que se pierde la conciencia de todo, uno sale de sí por un gozo excesivo; pero esto es un don de Dios que lo da a quien quiere porque quiere y cuando quiere. Se recibe en ese momento, no se da. En la monotonía del sacrificio ordinario no se suele experimentar un «gozo excesivo», más bien el cansancio de lo repetitivo, de lo que no brilla, ni atrae y que frecuentemente nadie lo percibe ni agradece. Asumirlo por amor es darse. Cuando se ama verdaderamente a Dios, no se busca que nos gratifique, sino complacerle haciendo su voluntad. Teresita quería darse, y descubrió esta forma sencillísima y al alcance de todos: abrazar por amor la monotonía del sacrificio ordinario, sin buscar compensaciones, sin buscar reconocimiento.

Aunque cada día aporta su novedad, no hay dos días exactamente iguales, también hay una serie de acciones que se repiten. Podemos hacerlas maquinalmente, rutinariamente, pensando en otros momentos más gratificantes de la jornada; o podemos poner todo el amor y el deseo de complacer a Dios en cada una de estas acciones. La acción más sencilla hecha con un amor grande, queda eternizada para gloria de Dios y gozo nuestro.

Hermanas Carmelitas

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