Editorial

La Familia, el tesoro de la Iglesia

En el primer domingo del tiempo de Navidad, al Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia, de forma que pone en valor el sentido del núcleo familiar como lugar de crecimiento y desarrollo de la persona humana, de su educación y transmisión de la fe. Jesús, como la mayoría de nosotros, nació, creció, se educó y conoció a su Padre, Dios, en el seno de una familia, acompañado de su madre, María, y de su esposo, José.

Es una jornada muy entrañable para que la comunidad parroquial dé gracias a Dios y ponga en valor la familia como unión de amor donde se origina la vida, y donde se lleva a cabo el desarrollo integral de la persona, desde el ámbito puramente sensitivo, hasta la experiencia de la fe y la trascendencia.

La familia es un bien que la Iglesia, desde sus orígenes ha agradecido, cuidado, protegido, y defendido. Y en esto el paso de los siglos no nos ha hecho cambiar de opinión. Especialmente en un mundo como el nuestro en el que la realidad individualista nos lleva en muchas ocasiones a olvidarnos de nuestros orígenes, y a dejar atrás aquello que hemos recibido y que nos ha ayudado a configurarnos como personas.

La familia es un don de Dios para cada uno de sus hijos, donde somos concebidos, llamados a la vida, y donde experimentamos la fuerza del amor humano. Nuestra primera experiencia de sentirnos amados, tiene su origen (o debería tenerlo) en el seno familiar. Sin el amor de nuestros padres, es muy complejo comprender el amor de Dios, el amor más puro que existe, y el símil más semejante lo podemos encontrar en la forma de amar de un padre o una madre.

En este momento histórico, parece que la familia está siendo poco a poco olvidada y desdibujada, de forma que nadie se preocupa por cuidarla y ponerla en valor, ha dejado de considerarse, por nuestros dirigentes, como algo esencial o referencial. Por el contrario, en un mundo que carece de referentes serios, los jóvenes parece que cada vez más valoran la familia, como el único lugar donde encuentran acogida, comprensión y entrega desinteresadas, es decir, la familia es lo único que sigue haciendo presente en nuestra sociedad el sentido de la donación, la entrega y la fidelidad.

Por ello, me gustaría que este domingo todos nos sintiésemos llamados como parte de la parroquia, familia de familias, a participar de la Eucaristía festiva de las familias. Es el mejor modo para agradecer a Dios nuestra familia, cada uno de sus miembros; y también para orar por el valor del ente familiar, y por una sociedad que la valore y la ponga en el lugar que le corresponde. La familia, sigue siendo algo valioso e importante, Tanto, que Él mismo quiso tener esta experiencia, y nacer, vivir y crecer como miembro de una familia, aquella que siglos después no sigue sirviendo de estímulo y ejemplo. La familia es para la Iglesia un regalo de Dios, un tesoro de incalculable valor.

Quique, vuestro cura.

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